Stanley y Fiddleford se adentraron en la tienda de suministros militares, un lugar oscuro y repleto de armamento y explosivos que harían temblar a cualquiera. Stanley iba directo al grano, llenando un carrito de metal con dinamita, granadas y un par de rifles que había encontrado en los estantes más polvorientos. Fiddleford lo miraba con creciente ansiedad; sus manos temblaban mientras trataba de alcanzar una caja de balas que Stanley había dejado caer descuidadamente.
—¿Stanley, estás seguro de esto? Yo... ya tengo acceso a la mansión —murmuró Fiddleford, su voz llena de preocupación— No es necesario volarla en pedazos para salvar a Ford. Eso nos costaría... una fortuna, ¡lo cual para mi sueldo actual es una vida entera!
Stanley, con el ceño fruncido, apenas levantó la vista mientras seguía acumulando su arsenal en el carrito.
—Esto no es solo para entrar, Fiddleford. Es para matar a ese maldito de Victor por haber tocado a mi hermano gemelo.
Fiddleford, al ver la obsesión de Stanley con armarse hasta los dientes, no pudo contener su incomodidad.
—¿En serio, qué hay entre tú y tu hermano? Es... es raro, casi parece que esto te afecta demasiado —dijo, cauteloso con sus palabras, pero seguía igual de nervioso.
Stanley se detuvo. Su rostro se tensó, y por un momento pareció que iba a enfadarse más de lo que ya estaba, pero en su lugar dejó escapar un suspiro pesado.
—No es lo que piensas —respondió con cansancio, frustrado por ese comentario y lo que implicaba.—Ford es todo lo que tengo. No puedo permitir que ese bastardo lo controle, que lo lastime.
Fiddleford observó a Stanley con comprensión y, cuidadosamente, puso una mano en su espalda.
—Oye, Stanley... lo entiendo, solo preguntaba por preocupación. Te vi ayer; si no fuera porque confío en ti, ¡pensaría que ibas a matar a alguien!
—Mataría a alguien por él. —Le decía decidido. —Ford y yo... éramos inseparables, sabes. Hasta que arruiné su vida —bajó la mirada, evitando el juicio en los ojos de Fiddleford—Tenía este proyecto, algo grande, que iba a hacernos estúpidamente ricos. Pero lo arruiné, como un idiota, tenía mucho miedo de perderlo. Nuestro padre vio esa oportunidad desperdiciada como mi culpa y me echó de casa... Eso no importa. Lo que importa es que no hemos hablado en años... No puedo soportar la idea de perderlo de nuevo y esta vez para siempre.
—Bueno, cuando lo salvemos de ese loco obsesivo, tendrán mucho tiempo para arreglar sus problemas.
Stanley sonrió débilmente, asintiendo.
—Tienes razón. No puedo dejar que Victor lo controle, no me puede quitar a mi hermanito, lo he tenido más tiempo.
Con determinación y un positivismo que no sabía de dónde había sacado, Stanley empujó el carrito lleno de armas y explosivos hacia la salida. Pero justo cuando Fiddleford pensaba que tal vez solo iba a buscar algo, Stanley aceleró el paso y salió corriendo por la puerta, llevándose todo el equipo sin pagar.
Fiddleford, con los ojos muy abiertos, lo siguió de inmediato, su voz cargada de pánico.
—¡S-Stanley, no puedes robar todo eso!
—¡Ya lo hice, cerebrito! —gritó Stanley con una sonrisa traviesa, observando a Fiddleford por encima del hombro, quien no tuvo más opción que seguirlo.
.
La noche en la mansión Noroeste era aterradoramente silenciosa, con el eco de los preparativos de la fiesta resonando a lo lejos. La habitación donde Ford había sido confinado estaba muy lejos de las demás. La única fuente de luz era una ventana que daba directamente a los jardines, pero solo podía ver los grandes arbustos siendo recortados con precaución por un jardinero.
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¿Eras realmente como te imaginé? [BillFord]
FanfictionUn más joven y sobre todo ingenuo Ford junto a un malvado Bill Cipher que intenta ganarse a toda costa su confianza. Era la receta perfecta para algo que saldrá muy mal. • Bill Cipher x Stanford Pines. (BillFord) • Inspirado en el nuevo libro de Bil...