Capítulo Ocho

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Era ese momento del año en la mansión Noroeste.

Los pasillos del castillo vibraban con actividad. Los sirvientes estaban cómicamente muy preocupados con los preparativos para que en tres días la mansión, normalmente silenciosa y sombría, se transformara para recibir a la más alta sociedad. Flores, luces y detalles excéntricos cuidadosamente colocados y de un valor incalculable adornaban cada rincón.

En una habitación alejada del bullicio, Victor se concentraba en una tarea muy especial: preparar a Ford para la fiesta. La atmósfera en la habitación era tétrica, mientras Victor ajustaba meticulosamente cada detalle de la vestimenta de Ford. La habitación, iluminada por una luz tenue y cálida, reflejaba un ambiente íntimo entre ambos que ya era natural en su relación.

La relación entre los dos había cambiado drásticamente desde la última vez que Ford sintió que tenía control sobre sus emociones. Eso había sucedido exactamente un mes atrás. La metamorfosis de Ford era desesperanzadora, pasó de una persona que solía tener una mente crítica hasta convertirse en la cáscara obediente de lo que era. El genio de seis dedos, una vez conocido por su aguda inteligencia y su habilidad para cuestionar lo que no tenía explicación, ahora estaba sumido en un estado de control sin final.

Cada palabra de Victor, cada gesto, tenía el inevitable poder de desviar la atención de Ford de sus propias inquietudes y deseos. La maldad que antes podría haber detectado en las acciones de Victor se había desvanecido, reemplazada por una aceptación ciega que Victor había cultivado de formas que aún no comprendía. Ford ya no veía nada de malo en lo que Victor hacía: sus acciones parecían justificadas cada vez que las traía a juicio. Las dudas y la desconfianza, que alguna vez habían sido características de su carácter, se habían disipado en el aire, dejando a un Ford sumiso y complaciente.

—Ford, necesito que te quedes quieto —dijo Victor, su voz suave pero con un tono firme. Manejaba las tijeras con una destreza meticulosa, ajustando el corte de cabello hasta el más ínfimo detalle. Ford, sentado en una silla frente a un gran espejo de marco dorado, observaba su reflejo con una expresión de cansancio que era deprimente.

El espejo reflejaba una imagen que a Ford le resultaba distante.

No se reconocía en el deslumbrante atuendo ni en la imagen del hombre que estaba viendo. Su cabello, que solía estar desordenado y libre, estaba ahora perfectamente arreglado, y su rostro estaba enmarcado por un aspecto que parecía estar diseñado para encajar perfectamente en el mundo de la alta sociedad.

A pesar de la apariencia pulida y de la meticulosa preparación, Ford no podía evitar sentir que eso definitivamente no era él. Sin embargo, dificilmente se lo cuestionaría, pues Victor parecía estar muy complacido con el resultado.

—Sí, Victor —respondió Ford en un murmullo casi inaudible, aún le daba verguenza como se escuchaba su voz cuando decía esas cosas. Se esforzaba por no moverse, aunque el cansancio y la incomodidad casi lo hacían sucumbir a la necesidad de ajustar su postura constantemente.

Victor trabajaba con precisión meticulosa, cada corte de cabello perfectamente calculado. La habitación estaba impregnada de un silencio tenso, solo roto por el suave sonido de las tijeras. Victor había tratado a Ford como un muñeco desde que cayó en sus manipulaciones, divirtiéndose con sus reacciones, jugando con él.

—Te ves mucho mejor así. Ese cabello que tenías antes... definitivamente no era apropiado. —comentó Victor, admirando su obra. —Perfecto para la fiesta, pareces uno más de la alta sociedad.

Con la ayuda de la mano firme de Victor, Ford se levantó de su asiento, observando brevemente los mechones castaños en el suelo.

Victor se dirigió al gran armario que había preparado para Ford desde el primer día y eligió cuidadosamente la ropa que este usaría. Sacó un elegante traje negro y comenzó a vestir a Ford con la misma precisión con la que le había cortado el cabello. Cada prenda, cada botón, era ajustado con un cuidado obsesivo.

¿Eras realmente como te imaginé? [BillFord]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora