Capitulo 16: Navidad en Mónaco

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La temporada de Fórmula 1 había terminado y, por primera vez en mucho tiempo, Carlos y Charles podían disfrutar de un merecido respiro. La elección de pasar la Navidad en el lujoso apartamento de Charles en Mónaco había sido una de las decisiones más acertadas.

La suavidad del clima invernal y el ambiente elegante de la ciudad ofrecían un contraste encantador con el ajetreo de las carreras.

El apartamento de Charles estaba adornado con decoraciones festivas, el resplandor de las luces de Navidad creando un ambiente cálido y acogedor. Carlos y Charles pasaron la mañana decorando el árbol, riendo y bromeando mientras colocaban las esferas y guirnaldas. El proceso se convirtió en un juego, con ambos compitiendo por colocar la estrella en la cima del árbol sin caerse, y el ambiente se llenó de una alegría genuina.

—Creo que nunca había visto un árbol de Navidad tan brillante—comentó Carlos, admirando el resultado final mientras Charles se acomodaba junto a él, con una sonrisa satisfecha en el rostro.

—Solo lo mejor para ti—respondió Charles, dándole un suave empujón en el hombro.

—Ahora, a ver qué sorpresas nos depara la noche.

Después de un día lleno de preparativos y risas, se sentaron a cenar en la elegante mesa del comedor, que estaba decorada con una cuidada disposición de velas y flores. La cena, una mezcla de platos tradicionales y creaciones gourmet, fue un festín tanto para el paladar como para los sentidos. La conversación fluyó sin esfuerzo, y la compañía mutua hizo que la noche fuera aún más especial.

—¿Recuerdas cómo solíamos tener cenas navideñas en casa, rodeados de familia y amigos?—preguntó Carlos, mirando a Charles con nostalgia.

Charles asintió, sus ojos llenos de cariño.

—Sí, pero me alegra poder compartir esta Navidad contigo. Cada momento que pasamos juntos hace que todo sea aún más especial.

Después de la cena, ambos decidieron dar un paseo por la costa. El aire fresco del mar y el brillo de las luces reflejadas en el agua creaban una atmósfera mágica. Caminaron por la orilla, el sonido de las olas mezclándose con el murmullo de la ciudad que parecía adormecida en la noche festiva.

—Este lugar es impresionante, dijo Carlos, tomando la mano de Charles mientras caminaban. —No puedo imaginar una forma mejor de pasar la Navidad.

Charles miró a Carlos, el brillo en sus ojos reflejado por las estrellas.

—He estado pensando mucho en nosotros y en lo que significa este tiempo juntos.

La conversación se volvió más íntima a medida que avanzaban por la costa, y el cielo estrellado parecía ser el telón de fondo perfecto para reafirmar su compromiso.

Charles se detuvo y, mirando a Carlos con una expresión seria pero amorosa, dijo:

—Carlos, quiero que sepas que, sin importar lo que pase, estás en mi corazón y en mi mente en cada momento.

Carlos se detuvo también, girando hacia Charles con una sonrisa emocional.

—No sé cómo pude tener tanta suerte de encontrar a alguien como tú. Lo que compartimos es algo raro y hermoso, y estoy agradecido por cada día que pasamos juntos.

Se abrazaron, sintiendo el calor de su amor en medio de la fría noche invernal. La sensación de tranquilidad y satisfacción llenó el aire mientras compartían un beso suave y lleno de promesas.

Fue un momento de pura conexión y compromiso, una reafirmación de su amor que parecía capturar la esencia de la temporada.

La noche avanzó con una sensación de paz y felicidad. Mientras regresaban al apartamento, el sonido de la ciudad y el brillo de las luces navideñas les acompañaban, creando una atmósfera mágica y reconfortante.

En el apartamento, después de un día lleno de celebraciones y momentos compartidos, Carlos y Charles se acurrucaron en el sofá, disfrutando de la compañía mutua y de una película navideña que parecía cerrar la noche perfecta. La suavidad de la manta y el calor de la chimenea complementaban la sensación de bienestar que ambos sentían.

—Esta Navidad ha sido más especial de lo que imaginé —dijo Charles, apoyando su cabeza en el hombro de Carlos.

Carlos acarició el cabello de Charles con ternura.

—Lo sé. Y sé que, mientras estemos juntos, cada momento será especial. Este es solo el comienzo de muchos más recuerdos felices.

La noche terminó con un susurro de promesas y sueños compartidos. Aunque el futuro era incierto y las carreras continuarían con sus desafíos, la Navidad en Mónaco les había ofrecido un respiro y un recordatorio de lo que realmente importaba: su amor y su compromiso mutuo.

Mientras se acurrucaban y se dejaban llevar por la tranquilidad de la noche, sabían que enfrentarían el futuro juntos, con la misma dedicación y pasión que habían mostrado en cada paso de su viaje.

Entre curvas y amores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora