Capitulo 30: Confidencias y conspiraciones

14 2 0
                                    


El café del hotel, usualmente un refugio tranquilo, ahora se sentía cargado de una tensión palpable. Carlos y Charles se sentaron frente a frente en una mesa apartada, la luz suave del lugar apenas lograba atenuar la inquietud que brillaba en los ojos de Charles. Afuera, la ciudad seguía su curso, ajena a los dilemas que asaltaban a los dos pilotos.

—Carlos, no puedo sacarme de la cabeza que Ferrari me está saboteando —dijo Charles, con la voz llena de frustración, sus manos jugando nerviosamente con el borde de la taza de café—. He revisado las estrategias de las últimas carreras, y no tienen sentido. Es como si estuvieran tratando de que falle a propósito.

Carlos frunció el ceño, apoyándose hacia adelante con los codos en la mesa mientras escuchaba atentamente. Sabía que Charles no era el tipo de persona que hiciera acusaciones a la ligera, y ver a su novio y compañero en pista tan perturbado le causaba una profunda preocupación.

—Charles, ¿estás seguro de que no es solo una serie de malas decisiones? —preguntó Carlos, con cautela—. Todos hemos pasado por malas rachas. A veces, las cosas simplemente no salen como esperamos.

Charles sacudió la cabeza, claramente afectado por la situación. —Lo sé, pero esto es diferente. Es demasiado constante, y la actitud del equipo me preocupa. No puedo seguir ignorando esto. Cada vez que sugiero algo, me ignoran o me dan respuestas vagas. Es como si quisieran que fallara, como si ya no me quisieran allí.

Carlos sintió una punzada de preocupación en el estómago. Sabía que Charles era un piloto brillante, y si estaba tan convencido de que algo estaba mal, debía haber algo detrás de todo.

—Voy a ayudarte a investigar esto, Charles. No estás solo en esto. Vamos a llegar al fondo de lo que está pasando, cueste lo que cueste.

Charles dejó escapar un suspiro de alivio, agradecido por el apoyo incondicional de Carlos. —Gracias, Carlos. Realmente necesito a alguien en quien confiar ahora mismo.

—¿Recuerdas alguna otra carrera donde creas que algo similar haya pasado? —preguntó Carlos, intentando entender la magnitud del problema.

Charles se tomó un momento para pensar, su mirada perdida en el recuerdo de los recientes Grandes Premios. —El Gran Premio de Italia... —dijo, casi en un susurro—. Allí también noté algo extraño. Mis ingenieros insistieron en una estrategia de paradas que no tenía sentido. Me dijeron que los neumáticos duros aguantarían más de lo esperado, pero apenas salí de boxes, ya sentía que no tenía el agarre necesario, y cuando pedí volver a entrar a boxes, me dijeron que aguantara, que todo estaba bajo control.

Carlos asintió, procesando la información.

—Italia es un lugar donde las estrategias de neumáticos suelen ser cruciales. Si te dejaron fuera con neumáticos gastados, sabían lo que estaban haciendo. ¿Qué dijeron después de la carrera?

—Nada relevante. Solo se disculparon por los resultados y mencionaron que habían subestimado el desgaste. Pero, ¿cómo pudo ser un error tan básico? —Charles hizo una pausa, mordiendo su labio con frustración—. También recuerdo lo que me dijeron en Bahréin. Me insistieron en una parada temprana, justo cuando estaba ganando posiciones. Me prometieron que sería una ventaja a largo plazo, pero solo me hizo retroceder. Y lo peor es que lo defendieron como una decisión táctica incluso después de que quedó claro que era un error.

Carlos frunció el ceño, con una expresión de seriedad cada vez mayor.

—Definitivamente hay algo raro aquí. Un error puede ocurrir, pero tantos en tan poco tiempo no tiene sentido, especialmente en un equipo como Ferrari.

—Eso es lo que me da miedo —dijo Charles—. ¿Y si han decidido que ya no soy parte de sus planes? Si están tratando de sacarme del equipo de manera indirecta, saboteando mi rendimiento, no sé qué haré.

Carlos se estiró hacia adelante, colocando una mano sobre la de Charles en un gesto de apoyo.

—No vamos a dejar que eso pase. Si están jugando sucio, lo descubriremos. Hablaré con algunas personas, buscaré cualquier pista que podamos seguir. Pero mientras tanto, mantén la calma y no dejes que sospechen que estás sobre esto. Necesitamos recopilar más pruebas antes de hacer cualquier movimiento.

Charles asintió, sintiendo una leve chispa de esperanza encenderse dentro de él. Sabía que sería un camino difícil, pero con Carlos a su lado, estaba dispuesto a luchar. —Gracias, Carlos. No sé qué haría sin ti.

Carlos sonrió, aunque su mirada reflejaba la seriedad de la situación.

—Siempre estaré aquí para ti, Charles. Y recuerda, pase lo que pase, no estás solo en esto.

La noche avanzaba, y ambos pilotos sabían que la batalla que tenían por delante no se libraría solo en la pista. Mientras se levantaban para volver a sus habitaciones, el compromiso silencioso de descubrir la verdad se fortalecía en sus corazones. Charles debía tener cuidado en los días siguientes, y Carlos, fiel a su promesa, comenzaría a investigar discretamente, buscando cualquier indicio que confirmara las sospechas de Charles

La verdad parecía estar oculta bajo una capa de lealtades traicionadas y estrategias fallidas, pero Carlos y Charles estaban decididos a desenterrarla, cueste lo que cueste.

Entre curvas y amores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora