Capitulo 26: Un viaje a la Toscana

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El sol de mediodía bañaba los paisajes ondulados de la Toscana con un resplandor dorado mientras Carlos y Charles se adentraban en el corazón de la región italiana. Aprovechando un tiempo de descanso en sus apretadas agendas, habían decidido escapar a este rincón pintoresco, deseosos de dejar atrás el ritmo vertiginoso de la vida cotidiana y sumergirse en la serenidad de la campiña italiana.

Conducían por caminos sinuosos rodeados de viñedos que se extendían hasta el horizonte, sus risas y conversaciones llenando el espacio entre los suaves murmullos de la naturaleza.

La tranquilidad del entorno contrastaba con la intensidad de sus vidas profesionales, ofreciendo un respiro muy necesario.

Al llegar a una pequeña bodega familiar, fueron recibidos con la calidez y la hospitalidad típicas de la región. Tras dejar las maletas, se aventuraron a pie entre los viñedos, el aroma de las uvas maduras y el fresco aire campestre creando una atmósfera de calma. Charles, con una sonrisa encantadora, tomaba la mano de Carlos mientras paseaban, disfrutando cada momento de esta escapada.

La tarde avanzó lentamente, y pronto se encontraban en la terraza de una villa antigua, con vistas panorámicas de la campiña toscana. Allí, la cata de vinos comenzó con la guía experta del enólogo, quien les contó la historia de cada vino y los secretos de la vinificación. Carlos y Charles brindaron con cada copa, celebrando no solo la belleza del lugar, sino también el profundo significado de su relación.

Cuando el sol comenzó a esconderse tras las colinas, el cielo se pintó de tonos anaranjados y rosados, anunciando el inicio de una noche mágica.

Una cena romántica les esperaba en un rincón apartado del viñedo, iluminado por la luz suave de las velas y adornado con flores frescas. La mesa estaba cuidadosamente preparada con platos de la cocina italiana, cada bocado una delicia que complementaba el vino local.

Sentados uno frente al otro, disfrutaron de una velada llena de risas y confidencias. Entre bocado y bocado, se intercambiaron miradas llenas de ternura y palabras que reflejaban el profundo amor que sentían el uno por el otro.

La cena se prolongó hasta bien entrada la noche, y al final, tras el último brindis, se levantaron para pasear bajo las estrellas. Con el suave murmullo de la brisa y el cantar lejano de los grillos como telón de fondo, Carlos y Charles se abrazaron, sintiendo la conexión que les unía más allá de las carreras y los desafíos.

En la Toscana, en ese momento perfecto, el mundo parecía haberse reducido a ellos dos y al amor que compartían, un amor que se fortalecía con cada experiencia vivida juntos.

Mientras caminaban, Charles, con un brillo especial en sus ojos, tomó la iniciativa de hablar sobre su boda.

—Carlos—comenzó con una sonrisa tímida. He estado pensando mucho en nuestra boda. Me encantaría que fuera en la playa. Siempre he soñado con casarme frente al mar, con el sonido de las olas y una puesta de sol impresionante.

Carlos se detuvo y miró a Charles, su rostro iluminado por la luz de la luna.

—Eso suena hermoso. ¿Te imaginas cómo sería el lugar? Arena blanca, decoraciones tropicales, y solo nosotros y nuestros seres queridos.

Charles asintió entusiasmado.

—Exactamente. Podría ser un lugar íntimo, solo nosotros y nuestros amigos más cercanos. Me gustaría que fuera un día que refleje nuestra conexión, algo especial y lleno de amor.

Carlos sonrió y envolvió a Charles en un abrazo.

—Me encanta la idea. Buscaré las mejores playas y haremos que sea perfecto. Quiero que nuestro día sea tan especial como tú lo imaginas.

Charles le dio un beso en la mejilla, emocionado por los planes.

—Gracias, Carlos. Sé que será increíble porque será nuestro. Con cada detalle pensado en lo que queremos.

Mientras regresaban a la villa, hablaron de los preparativos, de la decoración, la música y los detalles que harían su boda en la playa tan única como su amor.

La Toscana les había brindado no solo un escape, sino también el escenario perfecto para soñar con el futuro que estaban construyendo juntos. En ese momento, con el cielo estrellado como testigo, supieron que su amor solo se fortalecería con cada paso que dieran hacia su vida en común.

Entre curvas y amores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora