Capitulo 40: Un amor sellado por el mar

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El gran día había llegado. Charles y Carlos habían decidido casarse al aire libre, en una hermosa playa que abrazaba la costa española. El sonido de las olas rompiendo suavemente en la orilla, junto con la brisa marina, creaba un ambiente perfecto para sellar su amor.

La playa estaba decorada con flores blancas y doradas, y un arco adornado con delicadas telas ondeaba al ritmo del viento. Las sillas estaban alineadas en la arena, y una alfombra blanca marcaba el camino hacia el altar, donde los dos hombres que se habían ganado el respeto y el cariño de todos en el mundo del automovilismo estaban a punto de unir sus vidas.

Antes de la ceremonia, Carlos se encontraba en una pequeña cabaña junto a la playa, ajustando los últimos detalles de su atuendo. Con él estaban Checo y Fernando, quienes lo acompañaban en ese momento tan especial.

—¿Estás listo? —preguntó Fernando, con una sonrisa en los labios mientras ajustaba la corbata de Carlos.

—Listo —respondió Carlos, respirando hondo para calmar los nervios que lo atacaban en ese momento. Sabía que estaba tomando la mejor decisión de su vida.

Checo, con una sonrisa traviesa, se acercó y le dio un ligero golpe en el hombro a Carlos. —2 de 3 del trío hispano ya estamos tomados, yo tengo a Max, tú a Charles, solo falta Nano, te estás tardando, eh, además tendrán lindos genes monegasco-españoles —bromeó, arrancando una carcajada de todos en la habitación.

Fernando levantó las manos en señal de rendición. —¡Eh, eh! Todavía queda tiempo, no me apuren. Además, prefiero no precipitarme.

—Bueno, bueno, pero ya sabes, cuando menos te lo esperes, te veremos en el altar, Oye Checo ¿y cuando tendré un sobrino rubio con ojos marrones?—añadió Carlos, guiñándole un ojo a Fernando mientras compartían una risa.

—Jimmy y Sassy nos son suficientes, además, ya sabes, el campeón y subcampeón del mundo de la temporada pasada estamos muy ocupados —Checo hablaba con una sonrisa orgullosa al pensar en el y su esposo.

La conversación relajó a Carlos, quien sabía que contaba con el apoyo incondicional de sus amigos en ese día tan importante. Después de unos minutos más de bromas y comentarios, Fernando y Checo se retiraron para permitirle a Carlos unos momentos de privacidad antes de la ceremonia.

El sol comenzaba a descender en el horizonte, creando un resplandor dorado que iluminaba toda la playa. Charles, quien estaba en otra cabaña, observaba cómo los últimos invitados tomaban asiento, acompañado por sus amigos más cercanos. Sentía una mezcla de emoción y nerviosismo, pero todo eso se desvanecía al pensar en Carlos, la persona con la que había decidido pasar el resto de su vida.

Cuando llegó el momento, Charles salió de la cabaña y caminó hacia el altar, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Al llegar, sus ojos se encontraron con los de Carlos, y en ese momento, todo el mundo desapareció. Solo existían ellos dos, listos para comenzar una nueva vida juntos.

La ceremonia fue sencilla pero profundamente emotiva. Los votos que ambos intercambiaron estuvieron cargados de amor, promesas de apoyo incondicional y una visión compartida del futuro. Las olas del mar y la suave brisa parecían bendecir su unión mientras se besaban por primera vez como esposos, sellando su amor frente a sus amigos y familiares.

La recepción fue una continuación perfecta del ambiente de la boda. Todos los presentes se reunieron bajo un cielo estrellado, disfrutando de una deliciosa cena y compartiendo risas, brindis y recuerdos. Los más cercanos a la pareja, incluyendo a Fernando y Checo, aprovecharon para recordar anécdotas divertidas y conmovedoras, destacando lo especial que era la relación entre Carlos y Charles.

En un momento de la noche, después de que todos los invitados hubieran brindado por la felicidad de los recién casados, Charles y Carlos se retiraron brevemente para disfrutar de un momento a solas. Caminando descalzos por la orilla del mar, bajo la luz de la luna, se tomaron un momento para reflexionar sobre todo lo que habían vivido y sobre el camino que los había llevado hasta ese instante.

—Nunca imaginé que llegaría a ser tan feliz —dijo Charles, deteniéndose para mirar a Carlos a los ojos. El sonido del mar y la tranquilidad del momento lo llenaban de una paz que no había sentido en mucho tiempo.

—Y esto es solo el comienzo, Charles —respondió Carlos, acercándose para acariciar suavemente su rostro. —Lo que hemos pasado nos ha hecho más fuertes, y ahora nada nos detendrá.

Charles sonrió, sintiendo una profunda gratitud por el amor que habían encontrado el uno en el otro. —Te amo, Carlos. No hay nada en el mundo que desee más que estar a tu lado, en cada paso de este viaje.

—Y yo a ti, amor. Para siempre —dijo Carlos, inclinándose para sellar su promesa con un beso bajo el cielo estrellado, con el sonido de las olas como testigo de su amor eterno.

Después de ese íntimo momento, regresaron a la fiesta, donde fueron recibidos con aplausos y vítores. La música, las risas y la alegría llenaron la noche, marcando el inicio de una nueva etapa en la vida de Charles y Carlos, una que prometía estar llena de amor, aventuras y momentos inolvidables, juntos, como marido y marido.

Entre curvas y amores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora