El pilar de la sumisión

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Mi odio hacia Mayuri sama ha aumentado de manera exponencial. Hace dos días desde que sucedió aquel incidente en mi habitación y desde entonces, no me han permitido salir, ni siquiera para realizar mi trabajo. Lo peor de estar encerrado aquí, es que puedo escuchar los gritos de Muramasa desde los aposentos de Mayuri. No logro borrarme de la mente la escena de Mayuri violando tan salvajemente a Muramasa y como sus ojos mostraban toda su vergüenza.

Definitivamente tengo que largarme de aquí. Me tengo que marchar a la primera oportunidad ya sea con Muramasa o sin él. En el instante en que tomo esa decisión siento como mi cuerpo comienza a arder. Mi piel parece abrasarse con un hierro candente y veo horrorizado como unas marcas negras, muy similares a las de Muramasa cubren parte de mi torso y brazos. A los pocos minutos, cuando parece que mi cuerpo se ha recuperado del dolor, llaman a mi puerta y veo aparecer a Aaro.

-Buenos dias, Kouga.

-Ah, eres tu. ¿Que quieres, Aaro?

-Yare, yare...- Me dice tras su atroz mascara, pero se que está sonriendo- No mates al mensajero ¿quieres?

-¿Mensajero?¿Que mensaje me traes?

-Mayuri sama quiere verte.

-Pues dile que se joda. Que venga él a verme si quiere.

En cuanto digo eso siento como los ojos escondidos tras la mascará se clavan en mi y sé que mis palabras solo son un reflejo de mi miedo e ira. Me pongo en pie y paso junto a Aaro que me sigue.

-¿Sabes que quiere ahora?

-Si, pero no puedo decirtelo.

-¿Tan malo es?- Digo sonriendo ante la posibilidad de que esté a punto de morir.

-Si y no. Segun se mire.- Al llegar me invita a pasar antes que él.- Por favor.

Entro y veo a Mayuri sentado en su gran trono. A un costado, en la cama revuelta, veo el cuerpo de Muramasa inconsciente y lleno de nuevas marcas y golpes. Tambien aprecio desde aquí las marcas negras como las que me han salido a mi y entonces comienzo a sospechar de que va todo esto.

-Bienvenido Kouga.- Dice Mayuri sonriendome, lo que me molesta aun más.- Veo que ya has tomado una decisión.- Lo miro algo sorprendido y comienzo a pensar que realmente puede leerme la mente y sabe que pienso traicionarlo.

-Si ya lo sabes, ¿por qué no me matas directamente?

-Oh, Kouga. Matarte sería un desperdicio tremendo y más... despues de haberte convertido en uno de mis cuatro pilares.

-¿Eh?¿De que hablas?

-De esas marcas que escondes bajo tus ropas.- Dice haciendo un gesto para que Aaro me quite la camiseta y deje al descubierto mi pecho tatuado.

-No tengo ni idea de que son. Acaban de aparecer y joder, como han dolido.

-No seas exagerado.- Me dice Aaro quitandose su camisa y mostrandome unas marcas muy similares.

-¿Que es todo esto?- Le pregunto a Mayuri sintiendome algo asustado y molesto.

-Esto es una buena señal. Una señal de que nuestro momento está a punto de llegar y que por fin, podremos dejar de vivir en esta subdimension, escondidos de nuestros enemigos y alejados de nuestro alimento.

-Creia que esto era el paraiso.- Ironizo y veo como Mayuri rie un poco.

-Kouga, nuestro paraiso está en el mundo humano. Nuestro paraiso será poder vivir sin miedo a los poderes de los protegidos, alimentandonos de cuanto humano se nos ponga por delante, sin tener que volver corriendo aquí a escondernos, sin tener que enfrentarnos con ellos cada vez que necesitemos su energía.

Sentimientos prohibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora