Capítulo 13 - Tiempo de calidad

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La habitación de Lucifer, era un reflejo de su personalidad enigmática.

Al entrar, se podía sentir la opulencia y el lujo que rodeaba cada rincón. Las paredes rojizas profundos y negras como el azabache, se elevaban hacia un techo abovedado, adornado con intrincados diseños dorados que brillaban como el fuego.

El suelo de mármol negro pulido, reflejaba la luz de las velas rojas que ardían en candelabros de oro, creando un ambiente majestuoso.

En las paredes, se exhibían obras de arte que representaban serpientes enroscadas, símbolo de su poder. Junto con figuras del mismo reptil en posiciones divinas, casi todas con la manzana del conocimiento en su decoración. También se mostraba estanterías con serpientes disecadas de todas las razas mostrando un enorme favoritismo a las albinas.

Pero lo que realmente destacaba en la habitación, era la presencia del circo. Trapecios y cuerdas colgaban del techo, y en una esquina, se encontraba un pequeño carrusel, con caballos negros y dorados que parecían bailar al ritmo de una música silenciosa. Y, en una mesa de mármol, se exhibía una colección de manzanas rojas y doradas, su fruta favorita, que parecían brillar con un fuego interno.

En un extenso estante rojizo, se encontraba su colección de patos de hule amarillos, que él mismo diseñaba y creaba con gran pasión. Cada pato era único, había patos con sombreros de copa, patos con anteojos, patos con capas... Cada uno era una obra de arte para él.

La esencia de Lucifer era prominente, un ser de contradicciones, que amaba el lujo y la belleza, pero también la oscuridad y el poder. Su habitación era un reflejo de su alma, un lugar donde se encontraba cómodo, rodeado de sus pasiones y deseos.

Su habitación era enorme de una manera desproporcionada, en su reciente remodelación al hotel no sintió ni una pizca de humildad en hacer cada cuarto dependiendo de su criterio.

En un inicio, había hecho cada habitación con buenas dimensiones, tanto que cada huésped pueda tardar un siglo en abarrotar el espacio por completo, fue generoso al darle más beneficio a los amigos de su hija, y por supuesto, había creado la segunda mejor habitación (después de la suya) para su amada manzanita.

Cosa que todos le agradecieron, excepto el demonio de la radio quién había conseguido apenas un espacio de departamento en sus aposentos, afortunadamente, y malo para Lucifer, Alastor arregló sin problema sus dimensiones y se hizo del mejor lugar compitiendo a la par con el Rey.

En fin, todo la presencia glamurosa del Rey se esfumó con el estruendo de sus grandes puertas inspiradas en el barroquismo.

- ¡Mierda! Este cabron debería de ponerse a dieta. -

Ángel y Husk tambalearon al aproximarse a la cama tendida, donde lanzaron sin cuidado el cuerpo dormido del hombre. Desbaratando y arrugando las sabanas relucientes. Las almohadas cayeron sobre la cara de Adam por el temblor que esté provocó.

- ¡Oigan! tengan más cuidado. -

Lucifer que también recientemente había sido bajado por su hija en un sillón próximo, se enojó por la irrespetuosa acción hacía su amigo.

-Perdona, "su majestad". -

Ángel hizo notorias las comillas mientras que con sus demás brazos acariciaban su espalda para calmar el dolor que comenzaba a sentir por todo el esfuerzo hecho.

Lucifer hizo una mueca sin notar el sarcasmo.

- ¡Bueno, eso sería todo, muchas gracias por traerlo, amigos! -

Charlie les dio su gran sonrisa cotidiana y se apresuró a alejarlos lo más rápido posible, no quería más problemas entre sus huéspedes.

Cuando los familiares quedaron a solas, Lucifer empleó magia curadora en si mismo, primero masajeando sus lastimadas alas, quejandose a lo bajo para aparentar que no había sido la gran cosa.

Un amor perdido: Lucifer x AdamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora