Jinsoo observaba a Min-jun, que yacía inconsciente en la cama, mientras los doctores hacían los últimos ajustes en la sala privada. Sentía una mezcla de emociones que lo sacudía hasta los huesos: miedo, responsabilidad, y algo más profundo, una conexión que nunca antes había experimentado con nadie.
"Destinados." Esa palabra resonaba en su mente, desafiando toda lógica. "Min-jun jamás me vería de esa forma. Solo somos compañeros que investigaban a BioNex." Pero la idea se instaló firmemente en su cabeza, y con ella, el deseo de proteger a Min-jun a toda costa.
El doctor encargado terminó de colocar el medidor de feromonas en la habitación y se acercó a Jinsoo.
—¿Está listo, señor Kang? —preguntó, con voz tranquila pero seria.
Jinsoo asintió, aunque la duda persistía en su mente. ¿Podría realmente controlar la situación? ¿Sería suficiente con solo estar cerca de Min-jun?
—Recuerde, lo más importante es mantener la calma —continuó el doctor—. El cuerpo de Min-jun está en un estado extremadamente vulnerable. Necesita sus feromonas para estabilizarse, pero usted debe evitar cualquier contacto físico excesivo. Solo deje que las feromonas hagan su trabajo. Si en algún momento siente que pierde el control, use el supresor que le di.
Jinsoo miró el supresor en su mano, consciente de lo que significaba. Era un salvavidas, pero también una última línea de defensa contra sí mismo. No podía permitirse fallar.
—Lo entiendo —respondió, con determinación.
El doctor asintió y se dirigió hacia la puerta.
—Estaremos vigilando desde afuera. Si algo sucede, intervendremos de inmediato. Buena suerte, señor Kang.
La puerta se cerró tras el médico, dejando a Jinsoo solo con Min-jun en la habitación silenciosa. Se acercó lentamente a la cama, su mirada fija en el rostro de Min-jun, que parecía tan pacífico a pesar de la tormenta interna que se desataba en su cuerpo. Se sentó en una silla junto a la cama, sin apartar los ojos de él.
—Min-jun... —susurró Jinsoo, su voz cargada de preocupación—. Desearía que las cosas fueran diferentes. Que no tuvieras que pasar por esto.
Por un momento, el tiempo pareció detenerse. Jinsoo cerró los ojos, respirando profundamente, intentando tranquilizarse. Luego, empezó a liberar sus feromonas de Alfa, tal como le habían indicado. El ambiente en la habitación comenzó a cambiar; una sutil tensión llenaba el aire, palpable pero aún contenida.
Min-jun se movió ligeramente en la cama, sus cejas fruncidas en una mueca de dolor. Sus labios temblaron, y un gemido suave escapó de su garganta. Jinsoo sintió una punzada de angustia, pero se obligó a mantener la calma.
—Estoy aquí —dijo suavemente—. No estás solo, Min-jun.
Min-jun gimió de nuevo, su respiración acelerándose. Jinsoo pudo ver cómo su cuerpo respondía a las feromonas, su piel enrojecida por el calor del celo inducido. El sudor perlaba su frente, y sus manos se aferraban a las sábanas con fuerza.
—Jinsoo... —murmuró Min-jun, su voz ronca por el esfuerzo—. Hyung...
—Estoy aquí —repitió Jinsoo, acercándose un poco más—. No te dejaré.
Min-jun abrió los ojos lentamente, su mirada vidriosa y confusa. Su respiración era irregular, entrecortada por los espasmos que recorrían su cuerpo.
—No puedo... —dijo con dificultad—. No puedo soportarlo.
Jinsoo sintió un nudo en la garganta al ver el sufrimiento de Min-jun. Sabía que debía mantener la calma, pero era casi insoportable ver a alguien que le importaba tanto en ese estado. Sin pensarlo, tomó la mano de Min-jun, entrelazando sus dedos con los suyos.
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Ecos del Destino (omegaverse)
RomanceEn la vibrante ciudad de Seúl, Han Min-jun, un Omega ingeniero biomédico con una rara condición genética que lo hace pasar desapercibido como Beta, lleva una vida meticulosamente protegida. Kang Jinsoo, un Alpha investigador privado, se sumerge en l...