Faye
-¿Quién soy? -escucho mientras alguien aparece detrás mío tapando mis ojos-
-Mmm... ¿la más linda de toda la U? -respondo divertida-
-¡Adivinaste! -destapó sus ojos-
-Wow... -susurro-
Yoko lleva una muy linda falda celeste que deja a la vista sus piernas, una blusa blanca y anteojos.
¿Anteojos?-¿Qué? -pregunta incrédula-
-Te ves... wow. -muerdo mi labio un poco, y al parecer ella lo nota porque de un segundo a otro se avienta sobre mis labios y comenzamos a besarnos con necesidad-
Pequeños quejidos comenzaron a salir de la boca de ambas mientras caminábamos por el salón y nos besábamos.
-Pueden vernos... -se separó de mí-
-Entonces que no lo hagan. -susurré y nos lleve detrás de mi escritorio, el cual estaba colocando sobre una tarima y nos tiré en el suelo-
-¡Faye! ¿Qué haces? -dijo horrorizada-
-Sí, tienes razón, no sé en qué pensaba, perdón. -digo alejándome un poco-
-No. -me atrajo de nuevo hacia ella- Se que esto no es profesional... -dio un beso en mi cuello- pero igual lo haré porque eres malditamente ardiente y no puedo soportarlo más. -comenzó a bajar más sus besos, ganando resoplidos de mi parte como respuesta-
Sus manos comenzaron a bajar por mis muslos, acariciando por sobre el pantalón negro de tela que los cubría.
-Eres muy traviesa, Yoko. De verdad pueden vernos y me preocupa. -me hice un poco para atrás dejando caer mi cabeza en el piso-
-No lo harán. -tomó mis manos y las colocó en los adentros de sus muslos- Tócame, Faye. -dijo con voz algo ronca-
No pude evitarlo más, y sin darme cuenta ya estaba ella acostada y yo encima suyo mientras nos devorábamos los labios y me removía de vez en cuando.
Un sonido de placer escapó de sus labios cuando comencé a dejar un camino de besos sobre su cuello. Moralmente, les diría que no pensé en las marcas que estaba dejando; honestamente, les digo que sabía exactamente dónde dejarlas para que cuando se viera en el espejo recordara este momento.
Vi que sus pechos traspasaron la tela que los cubría y supe que estaban aclamando mi toque.
Coloqué mi mentón en su pecho, ella acarició mi mejilla y elevé la vista.
-¿Puedo quitar tu blusa? -pregunté con el tono más inocente que encontré-
-Asintió- Por favor.
Desaté los pequeños moños que tenía la fina tela en forma de corsé revelando sus carnosos pechos.
Solté todo el aire que retenían mis pulmones.
-No tienes... nada.
-Es una blusa blanca, preciosa. Obviamente no tengo nada. -soltó una pequeña risita-
No presté mucha atención a su comentario sobre moda, solamente me fijé en sus finos botones rosa que pedían mi lengua a gritos, así que lo hice.
Su pequeño gemido provocó que mi útero diera mil vueltas mientras mi boca se apoderaba del pecho izquierdo y mi mano derecha acariciaba el derecho.
Me entretuve un rato ahí, Yoko comenzó a quejarse un poco así que me separé y sin darme cuenta la culpable de eso era mi rodilla la cual estaba creando una deliciosa fricción en su centro.
-¿Por esto te estás quejando, cariño? -sonreí ladinamente cuando la vi asentir- Entonces... ¿debería hacerlo más?
Ella asintió repetidas veces, en un movimiento rápido mi mano derecha se coló entre su falda y sentí lo húmeda que estaba.
-¿Puedo tocarte? -susurré-
-Por favor, sí. -dijo tomando mi mano y haciendo el toque más directo-
Sin pensarlo dos veces, mis dedos se colaron entre sus bragas y ni siquiera tuve que tantear el terreno porque estaba demasiado húmeda.
El primer dedo entró con facilidad, y ella soltó un gemido alto.
-Shh... -la callé con un beso mientras seguía entrando y saliendo en ella-
Me separé para ver sus gestos; su frente estaba sudando, su cabello estaba alborotado, sus ojos cerrados y mordía su mano para callar sus sonidos gustosos.
-¡Faye, me voy a correr! -lloriqueo-
-Hazlo, cariño, córrete para mi. -dije acelerando mis movimientos-
Sus piernas se tensaron y capturaron mi mano entre ellas, con un gran resoplido por fin se dejó llevar por las sensaciones y todos sus fluidos cayeron sobre mi mano.
Nos besamos unos momentos más, y cuando me separé ella tenía su mirada puesta en mi.
-Debería repetirse todos los días. -dije en voz baja alejando su flequillo mediano detrás de sus orejas-
-Me parece perfecto, pero antes...
-¿Antes? -pregunté intrigada-
-Debes pedírmelo, Faye.
-¿Pedirte que cosa? -dije aún más confundida-
-Una cita formal, Faye. No estoy para jueguitos. -respondió levantándose del suelo y acomodando su falda mientras se sacudía el polvo-
-¿Eh?
Y su figura comenzó a desvanecerse hasta que todo se volvió negro.
¿Qué carajos?
Y un pequeño grito me hizo volverme en mi misma, abriendo los ojos y divisando mi salón de clases.
-¡Faye, despierta! Estoy aquí para nuestro beso matutino. -escuché una voz conocida-
Tallé mis ojos, y cuando los abrí, Yoko estaba parada frente a mi escritorio vistiendo un jeans y una hoodie de la universidad.
-¿Soñaste feo? No parabas de quejarte. -preguntó preocupada-
-¿Soñar? -vi para abajo y mis brazos estaban cruzados en forma de almohada, mi escritorio perfectamente ordenado y el reloj marcando las 8:00 a.m- Mierda. -me dejé caer sobre la silla-
-¿Qué pasa? -Yoko se acercó más a mí, y en cuanto vi su rostro di un respingo y me hice hacia atrás-
Yoko, aquí, en el salón de clases donde hace 1 minuto la soñé retorciéndose de placer.
¿Cómo se supone que le vea la cara sin imaginar sus ojos cerrados y sus gemidos?
Necesito ayuda, y urgente.
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Without the "Miss", please. (Adaptación FayeYoko)
Hayran KurguYoko Apasra (una chica universitaria de 19 años) es una chica muy extrovertida y tiene una personalidad muy agradable. Puede conseguir a la persona que quiera en el momento que quiera gracias a su extraordinario físico. Pero fuera de eso, se sentía...