X: El aula (+18)

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  Faye

-¿Quién soy? -escucho mientras alguien aparece detrás mío tapando mis ojos-

-Mmm... ¿la más linda de toda la U? -respondo divertida-

-¡Adivinaste! -destapó sus ojos-

-Wow... -susurro-

Yoko lleva una muy linda falda celeste que deja a la vista sus piernas, una blusa blanca y anteojos.
¿Anteojos?

-¿Qué? -pregunta incrédula-

-Te ves... wow. -muerdo mi labio un poco, y al parecer ella lo nota porque de un segundo a otro se avienta sobre mis labios y comenzamos a besarnos con necesidad-

Pequeños quejidos comenzaron a salir de la boca de ambas mientras caminábamos por el salón y nos besábamos.

-Pueden vernos... -se separó de mí-

-Entonces que no lo hagan. -susurré y nos lleve detrás de mi escritorio, el cual estaba colocando sobre una tarima y nos tiré en el suelo-

-¡Faye! ¿Qué haces? -dijo horrorizada-

-Sí, tienes razón, no sé en qué pensaba, perdón. -digo alejándome un poco-

-No. -me atrajo de nuevo hacia ella- Se que esto no es profesional... -dio un beso en mi cuello- pero igual lo haré porque eres malditamente ardiente y no puedo soportarlo más. -comenzó a bajar más sus besos, ganando resoplidos de mi parte como respuesta-

Sus manos comenzaron a bajar por mis muslos, acariciando por sobre el pantalón negro de tela que los cubría.

-Eres muy traviesa, Yoko. De verdad pueden vernos y me preocupa. -me hice un poco para atrás dejando caer mi cabeza en el piso-

-No lo harán. -tomó mis manos y las colocó en los adentros de sus muslos- Tócame, Faye. -dijo con voz algo ronca-

No pude evitarlo más, y sin darme cuenta ya estaba ella acostada y yo encima suyo mientras nos devorábamos los labios y me removía de vez en cuando.

Un sonido de placer escapó de sus labios cuando comencé a dejar un camino de besos sobre su cuello. Moralmente, les diría que no pensé en las marcas que estaba dejando; honestamente, les digo que sabía exactamente dónde dejarlas para que cuando se viera en el espejo recordara este momento.

Vi que sus pechos traspasaron la tela que los cubría y supe que estaban aclamando mi toque.

Coloqué mi mentón en su pecho, ella acarició mi mejilla y elevé la vista.

-¿Puedo quitar tu blusa? -pregunté con el tono más inocente que encontré-

-Asintió- Por favor.

Desaté los pequeños moños que tenía la fina tela en forma de corsé revelando sus carnosos pechos.

Solté todo el aire que retenían mis pulmones.

-No tienes... nada.

-Es una blusa blanca, preciosa. Obviamente no tengo nada. -soltó una pequeña risita-

No presté mucha atención a su comentario sobre moda, solamente me fijé en sus finos botones rosa que pedían mi lengua a gritos, así que lo hice.

Su pequeño gemido provocó que mi útero diera mil vueltas mientras mi boca se apoderaba del pecho izquierdo y mi mano derecha acariciaba el derecho.

Me entretuve un rato ahí, Yoko comenzó a quejarse un poco así que me separé y sin darme cuenta la culpable de eso era mi rodilla la cual estaba creando una deliciosa fricción en su centro.

-¿Por esto te estás quejando, cariño? -sonreí ladinamente cuando la vi asentir- Entonces... ¿debería hacerlo más?

Ella asintió repetidas veces, en un movimiento rápido mi mano derecha se coló entre su falda y sentí lo húmeda que estaba.

-¿Puedo tocarte? -susurré-

-Por favor, sí. -dijo tomando mi mano y haciendo el toque más directo-

Sin pensarlo dos veces, mis dedos se colaron entre sus bragas y ni siquiera tuve que tantear el terreno porque estaba demasiado húmeda.

El primer dedo entró con facilidad, y ella soltó un gemido alto.

-Shh... -la callé con un beso mientras seguía entrando y saliendo en ella-

Me separé para ver sus gestos; su frente estaba sudando, su cabello estaba alborotado, sus ojos cerrados y mordía su mano para callar sus sonidos gustosos.

-¡Faye, me voy a correr! -lloriqueo-

-Hazlo, cariño, córrete para mi. -dije acelerando mis movimientos-

Sus piernas se tensaron y capturaron mi mano entre ellas, con un gran resoplido por fin se dejó llevar por las sensaciones y todos sus fluidos cayeron sobre mi mano.

Nos besamos unos momentos más, y cuando me separé ella tenía su mirada puesta en mi.

-Debería repetirse todos los días. -dije en voz baja alejando su flequillo mediano detrás de sus orejas-

-Me parece perfecto, pero antes...

-¿Antes? -pregunté intrigada-

-Debes pedírmelo, Faye.

-¿Pedirte que cosa? -dije aún más confundida-

-Una cita formal, Faye. No estoy para jueguitos. -respondió levantándose del suelo y acomodando su falda mientras se sacudía el polvo-

-¿Eh?

Y su figura comenzó a desvanecerse hasta que todo se volvió negro.

¿Qué carajos?

Y un pequeño grito me hizo volverme en mi misma, abriendo los ojos y divisando mi salón de clases.

-¡Faye, despierta! Estoy aquí para nuestro beso matutino. -escuché una voz conocida-

Tallé mis ojos, y cuando los abrí, Yoko estaba parada frente a mi escritorio vistiendo un jeans y una hoodie de la universidad.

-¿Soñaste feo? No parabas de quejarte. -preguntó preocupada-

-¿Soñar? -vi para abajo y mis brazos estaban cruzados en forma de almohada, mi escritorio perfectamente ordenado y el reloj marcando las 8:00 a.m- Mierda. -me dejé caer sobre la silla-

-¿Qué pasa? -Yoko se acercó más a mí, y en cuanto vi su rostro di un respingo y me hice hacia atrás-

Yoko, aquí, en el salón de clases donde hace 1 minuto la soñé retorciéndose de placer.
¿Cómo se supone que le vea la cara sin imaginar sus ojos cerrados y sus gemidos?
Necesito ayuda, y urgente.

Without the "Miss", please. (Adaptación FayeYoko) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora