— ¡Atención, atención!
En el noroeste de Vermont, rodeado por un lago y espesos bosques, se encuentra Jericó, un pequeño pueblo con toda la esencia de la encantadora Nueva Inglaterra; en años predecesores había gozado de una concurrida ola de turistas, con los comercios llenos de alegría desbordante, hoy en día los residentes del pueblo vivían pacíficamente sin emoción, prácticamente acostumbrados al paso lento del tiempo sin la presencia de sucesos nuevos que ver y vivir en su día a día.
A excepción de esta tarde tan fría de enero.
En medio del pueblo de Jericó, un hombre bien vestido agitaba una campana de manera escandalosa, llamando la atención de todo aquel que pasaba o de aquel que se asomara por la ventana de su casa. Cumplía con su habitual trabajo: anunciar las noticias más recientes del pequeño pueblo en Vermont. Después de todo era el sereno.
— ¡Diez minutos para iniciar el ensayo de la boda de Enid Sinclair!
Enid Sinclair se estremece en su habitación.
La música de fondo, proveniente de un viejo tocadiscos, el bullicio del pueblo y los suspiros de sus labios, son las pequeñas cosas de todos los días, las que tienen un mayor impacto en la vida de ella. Los ruidos que le tranquilizan y la conectan a tierra. Enid, la mujer del momento, suspiró desde la ventana de su habitación, la alegría que provoca una ceremonia como una boda no coincidían en absoluto con su expresión sombría.
Con vista al pueblo triste y gris que llama su hogar, ve a las personas caminando y es como si ella estuviera ahí también, siendo otra más. El carnicero fuera de su tienda cortando las cabezas de los pescados, los asistentes a la iglesia caminando por la calle en un grupo mientras recitaban la biblia, y los rumores que se esparcían por las personas que entraban y salían de "El Veleta", el viejo café del pueblo.
Pero hoy había algo nuevo en la rutinaria vida de Enid; había un carruaje fuera de la propiedad de su familia, tirado por los peores caballos que había visto, mientras que sus padres bailaban al son de una canción imaginaria, incluso su madre se ve más feliz de lo que la ha visto, y eso no es lo peor de su día.
Enid se despertó a primera hora de la mañana, con los gritos de su madre desde la planta baja de la casa diciéndole que estaban llegando tarde, aun cuando faltaban horas para la hora concertada. No le dio tiempo siquiera de despertarse bien o hacer su rutina matutina, cuando su madre irrumpió en su habitación, se le oía desesperada mientras le dejaba el vestido que ella mismo usó el día de su boda.
Hoy es el día del ensayo para su boda.
Su padre fue la compañía silenciosa que tanto recuerda, le elogió lo bien que se vería el vestido en ella, sin embargo, el cielo gris y pesado le hizo acordarse de los sentimientos que albergaba en ella por esa fatídica fecha: la tristeza por el día de su boda; su madre le exigía que se arreglara lo más rápido posible para ir a la Mansión Barclay, donde conocería a su futura esposa, una joven con quien jamás había hablado y apenas si sabía su nombre.
"Ni siquiera he hablado con ella, y mañana me voy a casar..." eran los pensamientos que se arremolinaban en su mente, conforme terminaba de esperar a que sus uñas (pintadas con brillantes colores) se secaran. "Me casaré con una mujer".
Enid Sinclair era la joven dichosa, la próxima en casarse, de cabellos rubios y con expresivos ojos azules, con una piel tan blanca que por momentos parecía de porcelana y en otros parecía enferma crónica. Hija de Esther Sinclair y Murray Sinclair, la menor de tres hermanos; la enana de la camada, quien jamás pudo florecer como los otros. Quizá no era la muchacha más guapa que ha pisado Jericó, pero se sentía bien consigo misma. Por su padre aprendió el griego, y se graduó de la Academia Nevermore con un buen promedio de notas, sin embargo, no había mucho en ella para sentirse orgullosa.
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Hasta que la muerte nos separe | Wenclair
FanficCorpse Bride AU. Para formar una alianza con la familia más notable de Jericó, Enid Sinclair se ve obligada a casarse con una completa extraña. Indignada, pero incapaz de arruinar ese compromiso, ella acepta; sin embargo, en pleno ensayo de bodas ar...