Capítulo 8

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El dulce silencio de la noche fue roto de pronto, el viento aulló dolorosamente contras los cristales rotos y la flama de la vela sobre la mesa se apagó, como el presagio de un evento catastrófico ya anunciado. Un ruido, un estruendo, algo sólido haciendo crujir las viejas tablas de madera; Goody alzó la mirada de su libro, cuervos desaparecieron en bandada, cantando lánguidamente en su taller, permitiéndole ver a la pareja recién casada.

Quiso saludar, preguntar sobre la visita, pero se desconcertó al ver como Wednesday se alejaba de su esposa con rudeza, mientras Enid estaba pálida como... un espanto. ¡Qué cuadro más extraño para la feliz pareja de hace un par de horas! Cerró el libro, y sus ojos escudriñaron a ambas, sin comprender qué había ocurrido en la Tierra de los Vivos.

— ¡Confíe en ti, Enid! ¡Me mentiste! —habló Wednesday con voz dura y temblorosa.

Goody quedó perpleja por tal declaración, esperaba ver rostros complacidos tras su regreso, o quizás una expresión melancólica en Enid por contarles a sus padres sobre su unión, sin embargo, solo ve dolor y pena en la pareja. Algo terrible ha pasado, concluye, y por la acusación de su descendiente, fue realizado por Enid. Wednesday no llora abiertamente (aunque parezca estar a punto de estallar), no obstante, cruza los brazos sobre su pecho y se niega a ver a su esposa; Enid tiembla como una hoja que se lleva el viento, aferrando sus manos a la tela sucia de su vestido, como si este fuera su tabla de naufragio.

— ¡Me dejaste sola en ese bosque... para ir a ver a esa... esa... otra mujer! —reclamó Wednesday, el veneno destila de su lengua al hablar, y, esta vez, la expresión de traición se dibujó en sus rasgos putrefactos, en sus ojos oscuros.

Oh, eso jamás podría haberlo visto venir, no cuando había visto la adoración de Wednesday hacia Enid, o el propio halo brillante que parecía envolver a Enid cada vez que cruzaba miradas con su esposa... ¿de dónde salió otra mujer, otra amante? ¿Qué había pasado aquí?

— ¿No lo entiendes? —replica Enid dando un paso al frente, todavía temblorosa—. ¡Tú eres la otra mujer!

La otra mujer.

— ¡No es así! —Wednesday se dio vuelta, en sus ojos podía verse reflejados la decepción y el dolor silencioso—. ¡Te casaste conmigo! ¡Yo soy tu esposa! —y se acercó a ella para tomarla de los hombros. Enid soló cerro los ojos esperando...— ¡Eso la convierte en la otra mujer!

Pero no llegó nada. Aquel último grito tenía un tono distinto, como si la voz se ahogara. Aturdida, Enid abrió los ojos para mirar los de su esposa, Wednesday parecía al borde de llorar, sus manos aferradas a la tela del vestido de Enid. Esperaba encontrarse con los ojos oscuros de Wednesday llenos de ira homicida por verse engañada, pero, en lugar de eso, se encontró con una expresión de angustia, y con ojos inundados de lágrimas que se negaban a caer.

Una expresión de desamor.

Su garganta se secó y su temblor cesó, porque nunca había esperado una reacción así. Su esposa se separó de ella y volvió a darse la vuelta, negándose a ser vista en tal estado de debilidad. Pero, Enid ya lo había visto, el temblor en sus hombros, sus manos apretándose, y esa expresión... la hizo sentir peor.

—No me concierne hablar, pero ella tiene razón... —se escuchó la voz de Goody, y Enid le dirigió una mirada de reproche.

La voz ahogada de Wednesday volvió a oírse, un poco más calmada pero todavía inestable-. Pensé... -y se secó las lágrimas con la manga de su traje polvoriento-. Pensé que todo esto iba muy bien, Enid -Y ahí fue cuando Thing escapó de la cuenca y uno de los ojos de Wednesday se salió, y empezó a rodar por el suelo antes de chocar con la zapatilla de Enid-. ¡No obstante, fue muy bueno para ser cierto!

Hasta que la muerte nos separe | WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora