Capítulo 5

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El bullicio se hacía notar por las calles y caminos de la Tierra de los Muertos; los habitantes se saludaban los unos a los otros en una noche que no terminaba, las luces iluminaban cada esquina temerosa mientras que a lo lejos se escuchaba la música y los gritos eufóricos provenientes del The Nightshades Society, dando a resaltar la celebración que se armaba en el interior del establecimiento, como era costumbre.

Una mujer de semblante asustado vagaba por la calle del bazar, por la dirección de sus pasos, parecía venir del bar local; sus manos temblaban al aferrarse a su vestido blanco y las luces de los postes de luz alumbraban su rubia cabellera (dorada como el sol de verano, apreciaron algunos), las personas a las afuera de sus casas miraban de reojo a la mujer, notando el andar desesperado de sus pasos y el cómo parecía querer huir lejos de ahí.

Otros conversaban en voz baja cuando ella pasó frente a ellos, murmurando el saludo pese a no conocerles, ganándose más miradas que no eran discretas.

— ¿De dónde vendrá? —preguntó una mujer de voz calmada—. ¡Parece... una novia!

¡Es la esposa de la novia cadáver! —anuncia un esqueleto en tono cantarín, que parecía también venir del mismo bar, con emoción, como si un milagro se hubiera realizado—. ¡Se casaron esta noche!

De inmediato, el júbilo llenó la calle, vítores en cada esquina y bendiciones lloviéndole.

Enid está en un estado de catatonia, casi al borde de colapsar en un ataque de nervios cuando recibiera el más mínimo estimulo; cuando las felicitaciones comenzaron a llover con cada paso que daba, ella empezó a hiperventilarse, y contó del uno al diez para tratar de mantener la escasa calma. Las miradas volvían a estar sobre ella, cadáveres le saludaban, esqueletos enviaban sus felicitaciones, y ella... ella todavía está procesando todo.

Corre, entonces, por la calle, las voces se van al fondo de su mente y huye, huye como lo hace una presa cuando está en el área de un cazador.

¡Se casaron esta noche!

En un instante está practicando sus votos matrimoniales en medio del bosque, aceptando su destino y el cómo su familia la ha utilizado como moneda de cambio, y al otro ella... ella se encuentra casada, en un lugar que no conoce, rodeada de cientos de miradas que se clavan en ella con curiosidad. Siente el aliento quedándose en su garganta, y escucha los ruidosos latidos de su corazón.

"Estás en la Tierra de los Muertos", le recuerda una voz en su cabeza.

— ¡Pero no estoy muerta! —exclama con voz trémula.

Las lágrimas hace un tiempo que se han secado y solo quedan manchas de maquillaje en sus mejillas, y su semblante pasa a ser el de alguien mortificado hasta los huesos, cada vez se siente más nerviosa y no hay nadie que pueda salvarle. Siente que está entrando en arena movediza.

— ¡Esto es un error! —le exclamó a un cadáver que quiso felicitarle. Sin embargo, debido al temblor y las fuertes sacudidas de la mujer, la cabeza del cadáver cayó limpiamente de sus hombros, dejando solo su columna vertebral sobresaliendo de su camisa—. ¡No estoy muerta, no debería estar aquí!

Quiere esconderse, quiere volver a lo que conoce como normal.

Quiere olvidar cómo terminó aquí.

El viento frío de la ¿noche? (¿existe la noche aquí?) voló sus cabellos rubios, desordenándolos; la pregunta quedó en el aire, sin respuesta, y otras más se le sumaron ¿Fue porque deseó tanto morirse? ¿Es esta la forma de retribución del destino porque no quiere casarse con Bianca? Se pasa la mano por la frente para quitarse unos cuantos mechones de cabello que entorpecían su visión, sintió un viento fresco, débil, y tiritó.

Hasta que la muerte nos separe | WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora