Mansión Barclay, Tierra de los Vivos
Eran pasadas las siete de la noche, el sol se había puesto hace horas y, sin él, tinieblas se proyectaban en los sucios rincones, el cielo de Jericó se había teñido de un azul contaminado por nubarrones que se extendían en el horizonte, dando el anuncio de tormenta para esa misma noche o entrada la madrugada. El fuego producido por la leña, que resplandecía alegremente en la amplia chimenea del salón principal, enviaba su calor y su luz al interior de la habitación, y Bianca Barclay observa las frías calles de Jericó a través de una ventana, el cristal se siente frío contra la yema de sus dedos.
Todavía no ha regresado su prometida.
Aunque debería estar postrada en su habitación por el desaire de Enid Sinclair y su huida, no puede evitar la sensación de resquemor por cómo resultaron los eventos en el ensayo. Desde el innecesario desdén del Pastor Crackstone hacia su unión arreglada hasta los nervios de Enid y la presión de todos sobre ella, incluida las expectativas de la propia Bianca.
Se pregunta cómo sería el día de mañana cuando estén camino al altar, cuando el pastor las esté juzgando nuevamente, con la misma presión de sus familiares y la incertidumbre del mañana una vez que estén casadas, ¿podrá soportarlo?, ¿esa luz que vio cuando Enid tocó el piano se desvanecerá?
¿O siquiera Enid se aparecerá a la ceremonia?
El reloj de la casa anunció las ocho de la noche al mismo tiempo que las campanas de la iglesia resonaban a la distancia, alejando los pensamientos inquietos de Bianca; las voces viajaban por el salón junto al ruido de la madera ardiendo, conversaciones frívolas y poco interesantes (la gente rica siempre habla del clima u otra gente rica, piensa), sin embargo, ella mira el exterior, no había señales de Enid, solo las sombras de los otros habitantes de ese triste y muerto pueblo regresando a sus hogares.
— ¡Bianca, aléjate de la ventana!
Su madre la llamó desde el sofá colocado frente a la chimenea. Su madre y su padrastro estaban sentados juntos, tazas de té en sus manos, mientras que Esther y Murray, los padres de Enid, estaban sentados en dos sillas frente a ellos con tazas de té en sus manos también. Ella suspiró, se apartó del cristal como se le pidió, temiendo una regañina peor (y una humillación delante de los padres de Enid), y se dirigió hacia el sofá donde estaban sentados sus familiares, permaneciendo de pie junto a ellos.
—Oh, estoy segura de que Enid volverá pronto —le afirma Esther a Bianca, como si hubiera adivinado cuál era su preocupación y su razón de estar pegada a la ventana—. Le aterra la oscuridad —agregó con una risa forzada, y revuelve el té en su taza—. De hecho, cuando era niña, solía esconderse bajo la cama, ¿no es así, Murray?
Bianca observa con detenimiento a Esther, su futura suegra, dándole un codazo a su marido, lo que le hizo saltar y casi dejar caer su té. La mujer mayor se nota nerviosa y molesta a partes iguales, ya fuera por la huida de su hija menor, o por el temor que ellos rechazaran la oferta a solo un día de la ceremonia real; pero, Bianca sabe que es imposible que pase, la situación financiera de su familia pende de un hilo y ya no queda mucho por vender.
Esta es la última oportunidad, aunque habrá muchas ganancias para su familia, la pérdida de Bianca será abismal. Pero, antes de que pudiera decirle algo, un par de sonoros golpes se escucharon e hizo que inmediatamente cinco cabezas giren en dirección hacia las puertas, concentrándose únicamente en el sonido de los toques.
Siente que sus plegarias han sido escuchadas por Dios, ¿Enid había vuelto al fin?
—Pase —concedió permiso su padrastro en voz alta sin realmente un momento de vacilación.
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Hasta que la muerte nos separe | Wenclair
FanfictionCorpse Bride AU. Para formar una alianza con la familia más notable de Jericó, Enid Sinclair se ve obligada a casarse con una completa extraña. Indignada, pero incapaz de arruinar ese compromiso, ella acepta; sin embargo, en pleno ensayo de bodas ar...