Encuentros inesperados

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Tony se encontraba en su habitual rincón al final del aula, absorto en su cuaderno de bocetos mientras la profesora de historia hablaba sobre las antiguas civilizaciones. Sus dedos trazaban líneas suaves y seguras, creando formas abstractas que solo él entendía. Era su forma de escapar de la monotonía diaria. El bullicio de la clase, los susurros y las risas ahogadas, eran solo un fondo borroso para su concentración.

El timbre sonó, señalando el final de la clase, y Tony levantó la vista, guardando rápidamente su cuaderno en la mochila. Mientras se preparaba para salir, notó que la profesora se dirigía hacia él, acompañada por un chico que Tony no había visto antes. El chico era alto, con el cabello oscuro desordenado y una sonrisa nerviosa en el rostro.

—Tony, este es Stan —dijo la profesora con su tono siempre amable—. Es nuevo en la escuela y pensé que podrías mostrarle el lugar. Hoy será tu compañero de clase en la mayoría de las asignaturas.

Tony asintió con una leve sonrisa, aunque en su interior sintió un pequeño malestar. No solía ser el tipo de persona que se ofreciera para guiar a otros, prefería mantener un perfil bajo. Pero algo en la mirada de Stan, una mezcla de timidez y curiosidad, le hizo aceptar la tarea sin más objeciones.

—Hola, soy Tony —dijo, extendiendo la mano.

—Hola, un gusto —respondió Stan, estrechándosela con firmeza—. Gracias por ayudarme.

La sonrisa de Stan era cálida, casi desarmante. Tony no pudo evitar sentirse un poco más cómodo.

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Durante el resto del día, Tony y Stan se movieron de una clase a otra, compartiendo pocas palabras entre ellos. Sin embargo, cada vez que Stan le hacía una pregunta, Tony se sorprendía a sí mismo disfrutando de la conversación. Stan no era como otros chicos nuevos que intentaban impresionar o encajar a toda costa; era genuino, y eso lo hacía fácil de estar cerca.

Después de las clases, mientras caminaban juntos hacia la salida, Stan rompió el silencio.

—No pensé que la escuela sería tan grande —dijo, observando el edificio con una mezcla de asombro y resignación—. No es fácil cambiar de escuela a mitad de curso.

Tony se encogió de hombros. —Supongo que te acostumbrarás. Al menos la mayoría de los profesores son relajados.

Stan asintió, luego se detuvo, volviendo su mirada hacia Tony. —Oye, gracias por hoy. No era fácil para mí llegar aquí, pero creo que será menos difícil con alguien como tú cerca.

Tony sintió un calor inusual en sus mejillas y apartó la vista rápidamente, sin saber qué responder. Nunca había sido el centro de la atención de nadie, y mucho menos de alguien tan directo como Stan.

—No hay problema —respondió finalmente, tratando de sonar indiferente—. Solo... solo déjame saber si necesitas algo.

Stan sonrió otra vez, esa sonrisa franca y brillante que parecía desarmar a Tony cada vez. —Lo haré.

Mientras se separaban en la entrada de la escuela, Tony no pudo evitar pensar en lo extraño que había sido ese día. Stan era diferente a cualquiera que hubiera conocido, y aunque apenas se habían dicho unas pocas palabras, Tony no podía quitarse de la cabeza la sensación de que algo en su vida estaba a punto de cambiar.

Y, sin embargo, no tenía ni idea de hasta dónde lo llevaría ese cambio...

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Reescribiendo porque estaba medriocre. 

Love drives you insaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora