Enfrentamiento en los pasillos

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El día en la escuela transcurría como de costumbre, con el bullicio de estudiantes moviéndose de clase en clase, pero Stan no podía evitar sentir un nudo en el estómago. Algo en el ambiente parecía estar fuera de lugar, y esa sensación solo aumentó cuando, al girar en un pasillo menos transitado, se encontró cara a cara con Ivy.

Ella lo miraba fijamente, sus ojos brillando con una mezcla de desprecio y determinación. Sin darle tiempo a reaccionar, Ivy se acercó rápidamente, bloqueando el camino de Stan.

—Necesito hablar contigo, Stan —dijo Ivy con un tono frío, cruzando los brazos.

Stan retrocedió un poco, sintiendo el aura intimidante que emanaba de ella. —¿Qué quieres, Ivy?

—Quiero que te alejes de Tony —respondió ella, sin rodeos—. No sé qué crees que estás haciendo, pero Tony no es para ti. Él merece algo mejor.

Stan sintió cómo las palabras de Ivy lo atravesaban como dagas. Respiró hondo, tratando de mantener la calma. —Tony puede decidir por sí mismo con quién quiere estar. No tienes derecho a meterte en su vida.

Ivy entrecerró los ojos, dando un paso más cerca, casi invadiendo el espacio personal de Stan. —Eres un estorbo, Stan. No tienes idea de lo que Tony necesita, y si piensas que me voy a quedar de brazos cruzados mientras tú te metes en su camino, estás muy equivocado.

Antes de que Stan pudiera responder, Ivy levantó la mano y, sin previo aviso, le dio una fuerte cachetada. El sonido del golpe resonó en el pasillo, y Stan se tambaleó hacia atrás, llevando una mano a su mejilla, donde el dolor comenzaba a arder.

Justo en ese momento, Tony apareció al final del pasillo. Había visto la escena y, con los ojos encendidos de furia, se dirigió hacia ellos rápidamente.

—¡Ivy, detente! —gritó Tony, su voz cortando el aire.

Ivy se dio la vuelta, sorprendida al verlo allí. Pero antes de que pudiera decir algo, Tony ya estaba a su lado, colocando una mano protectora sobre el hombro de Stan.

—¿Qué te pasa? —espetó Tony, mirando a Ivy con desaprobación—. ¿Cómo te atreves a ponerle una mano encima?

Ivy trató de justificarse, pero Tony la interrumpió, su voz firme y decidida.

—Stan es importante para mí, y no permitiré que lo lastimes. Si piensas que puedes intimidarlo para que se aleje de mí, estás muy equivocada.

Ivy abrió la boca para responder, pero el tono de Tony no dejaba espacio para discusión. Con una mirada de resentimiento, se giró y se alejó, dejando a Tony y Stan solos en el pasillo.

Tony se volvió hacia Stan, su expresión suavizándose al ver la marca roja en su mejilla. —¿Estás bien? —preguntó con preocupación, acariciando suavemente la piel enrojecida.

Stan asintió lentamente, todavía un poco aturdido por lo que acababa de suceder. —Sí, estoy bien… gracias, Tony.

—No tienes que agradecerme nada —dijo Tony, con una leve sonrisa—. Nadie tiene derecho a hacerte daño. Vamos, salgamos de aquí.

Con un brazo protector alrededor de los hombros de Stan, Tony lo guió por los pasillos de la escuela, alejándose de la zona de conflicto. Mientras caminaban, ambos se mantuvieron en silencio, pero la presencia tranquilizadora de Tony al lado de Stan lo hizo sentir más seguro.

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Finalmente, se detuvieron en un rincón tranquilo del campus, lejos del bullicio de los demás estudiantes. Tony se volvió hacia Stan, sus ojos llenos de una determinación que no había mostrado antes.

—Stan… —empezó Tony, tomando aire como si estuviera a punto de decir algo importante—. He estado pensando mucho en lo que pasó entre nosotros, y después de lo que vi hoy, no quiero seguir esperando.

Stan lo miró, sus nervios volviendo a aparecer mientras su corazón comenzaba a latir con fuerza.

—¿Puedo ser tu novio? —preguntó Tony, con una mezcla de seriedad y esperanza en su voz.

Stan sintió cómo la pregunta lo desarmaba, dejándolo sin palabras por un momento. Incapaz de sostener la mirada de Tony, bajó los ojos, sonrojándose levemente.

—Sí… —respondió finalmente, su voz apenas un susurro—. Me gustaría mucho, Tony.

Tony sonrió ampliamente al escuchar la respuesta de Stan. Con delicadeza, levantó el rostro de Stan, tomando su barbilla entre los dedos, obligándolo a mirarlo a los ojos.

—Gracias —murmuró Tony, antes de inclinarse para darle un beso. Este no fue un beso suave como el anterior, sino un beso demandante, lleno de pasión y necesidad. Tony apretó ligeramente la cintura de Stan, acercándolo más hacia él, como si quisiera asegurar que no se alejara.

Stan respondió al beso con torpeza, pero también con un fervor que no había sentido antes. La intensidad del momento hizo que todo a su alrededor se desvaneciera, dejando solo a Tony y el calor de sus labios.

Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban con dificultad, pero sus ojos brillaban con una nueva luz. Stan, aunque todavía tímido, sentía que algo había cambiado irrevocablemente entre ellos. Estaban en un nuevo camino, uno que implicaba más que solo amistad, y aunque no sabía exactamente a dónde los llevaría, estaba dispuesto a caminarlo al lado de Tony.

Tony le dedicó una última sonrisa antes de tomar su mano, entrelazando sus dedos mientras comenzaban a caminar juntos por el campus. Sabían que habría desafíos en su camino, pero mientras estuvieran juntos, todo parecía un poco más fácil.

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Love drives you insaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora