Confusiones y sutilezas

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La cafetería estaba llena de estudiantes que se reunían para compartir historias, almorzar y disfrutar de un breve respiro en medio de la jornada escolar. Tony y Stan estaban sentados en su mesa habitual, cuando Beth apareció de repente, acompañada por una chica de lentes y cabello lacio y oscuro. La chica parecía tranquila, pero su presencia estaba acompañada de un aura sutilmente cálida.

—¡Hola, chicos! —dijo Beth, con una sonrisa amplia—. Quiero presentarles a Andy, una amiga de mi grado. ¿Te importa si se sienta con nosotros?

Tony y Stan intercambiaron miradas antes de sonreír y asentir.

—Claro, bienvenida —dijo Tony, moviendo la mochila para hacer espacio.

Andy se acomodó en la mesa, y mientras comenzaba a sacar su almuerzo, Beth se sentó a su lado, mostrando un destello de entusiasmo en sus ojos. Tony notó que, a pesar de la conversación trivial que comenzaba, había una especie de complicidad entre Beth y Andy. Sus miradas se cruzaban con frecuencia, y la risa que compartían tenía una nota de intimidad que no pasaba desapercibida.

—Así que, Andy —dijo Tony, tratando de incluirla en la conversación—, ¿cómo te está yendo en tu primer mes aquí?

Andy levantó la vista de su almuerzo, sonriendo amablemente. —Es interesante, aunque todavía me estoy acostumbrando. La gente es amigable, y el ambiente es bastante relajado.

Beth se inclinó hacia adelante, con un brillo en sus ojos. —Sí, Andy se adapta rápidamente a cualquier lugar. Ella es increíble en matemáticas y en ciencias.

—Oh, ¿en serio? —preguntó Stan, interesado—. Tal vez podrías ayudarnos con algunas cosas en clase.

Andy sonrió, pareciendo halagada por el interés. —Claro, estaré encantada de ayudar.

La conversación siguió fluyendo, con Beth y Andy intercambiando bromas y miradas que Tony comenzó a notar más intensamente. La complicidad entre ellas era palpable, y el coqueteo, aunque sutil, era innegable. Tony se dio cuenta de que el ambiente se había cargado de una nueva energía, una que parecía un poco fuera de lugar en su rutina habitual.

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Esa noche, cuando Tony llegó a casa, se encontró con Beth en la cocina, ocupada preparando algo para cenar. La casa estaba tranquila, y el aroma de la comida recién hecha llenaba el aire.

—Hola, Beth —dijo Tony, mientras se sentaba en la mesa—. Oye, ¿puedo preguntarte algo?

Beth levantó la vista de su tarea y le sonrió. —Claro, ¿qué pasa?

—¿Qué tal Andy? —preguntó Tony, tratando de sonar casual—. Pareces muy cercana a ella.

Beth se puso un poco nerviosa, y Tony notó que sus mejillas se sonrojaban ligeramente. —Oh, sí, Andy es genial. Hemos estado en la misma clase durante un tiempo, y... bueno, me gusta un poco.

Tony levantó una ceja, sorprendido por la confesión. —¿Te gusta un poco?

Beth asintió, mirando a su hermano con una mezcla de timidez y sinceridad. —Sí. Pero no quiero que se lo digas a Andy. No estoy segura de cómo se siente ella al respecto y no quiero arruinar nuestra amistad.

Tony sonrió, sintiéndose un poco más cercano a su hermana. —No te preocupes, no diré nada.

En ese momento, Beth pareció más relajada, y la conversación se desvió hacia temas más generales. Sin embargo, Tony no pudo evitar pensar en la sincera confesión de su hermana.

Al final de la cena, cuando estaban en la sala de estar, Beth se volvió hacia Tony con una mirada inquisitiva. —Y, ¿qué pasa con Stan? He notado que estás más cercano a él últimamente. ¿Cómo va eso?

Tony se sonrojó levemente, un hecho que no pasó desapercibido para Beth. —Oh, eh... Está bien. Solo estamos conociéndonos mejor. No es gran cosa.

Beth frunció el ceño, notando la evasión en la voz de su hermano. —¿Estás seguro? No tienes que ser tan reservado.

Tony se levantó rápidamente, sintiendo que el calor de sus mejillas se intensificaba. —Sí, seguro. Solo... tengo que hacer algo en mi habitación. Hablamos luego.

Sin esperar una respuesta, Tony se dirigió rápidamente a su habitación, dejando a Beth con una expresión de preocupación en el rostro.

Una vez en su habitación, Tony se dejó caer en su cama, sintiéndose abrumado por la intensidad de los sentimientos que estaba experimentando. La llegada de Ivy y Andy había cambiado la dinámica de su vida escolar, y ahora la pregunta sobre sus propios sentimientos hacia Stan lo hacía sentir más confundido que nunca.

Tony sabía que había algo real en la conexión que compartía con Stan, algo que iba más allá de la amistad. Pero no estaba listo para enfrentarlo completamente, ni siquiera con su hermana. Así que, en la tranquilidad de su habitación, se permitió un momento de reflexión, tratando de encontrar claridad en medio de la confusión que envolvía su corazón.

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Love drives you insaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora