Conversaciones pendientes

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El día había sido largo, y aunque la escuela estaba terminando, Stan no podía dejar de pensar en lo que había pasado recientemente con Tony. La caminata por el parque y el beso que compartieron seguían frescos en su mente, y aunque no habían definido claramente lo que significaba, Stan sabía que necesitaba respuestas.

Esperó hasta que la escuela estuvo casi vacía antes de buscar a Tony. Lo encontró en uno de los pasillos, metiendo algunos libros en su mochila, listo para irse. Stan respiró hondo, tratando de calmar los nervios que lo atormentaban, antes de acercarse.

—Tony —llamó suavemente, y Tony se giró para mirarlo.

—Oh, Stan, ¿qué pasa? —preguntó Tony, sonriendo con amabilidad, aunque había una ligera tensión en sus ojos.

Stan se pasó una mano por el cabello, sin saber cómo comenzar. Finalmente, decidió ser directo.

—Necesitamos hablar —dijo, su voz más firme de lo que se sentía por dentro.

Tony frunció el ceño, notando la seriedad en la voz de Stan. Cerró su mochila y se apoyó contra la pared, cruzando los brazos.

—¿Sobre qué? —preguntó Tony, aunque en el fondo, tenía una idea de a dónde se dirigía la conversación.

Stan se aclaró la garganta, sintiendo cómo el peso de las palabras se hacía más ligero al decirlas en voz alta.

—Sobre lo que pasó en el parque… sobre el beso —empezó Stan, bajando la mirada brevemente antes de volver a alzarla para encontrarse con los ojos de Tony—. ¿Qué significó para ti?

Tony lo observó en silencio por un momento, sus ojos evaluando cuidadosamente a Stan. Podía ver la incertidumbre y la vulnerabilidad en su expresión, y eso solo hizo que sus propios sentimientos se intensificaran.

—Significó mucho, Stan —respondió finalmente Tony, su voz baja pero firme—. No fue solo un impulso del momento. Te he estado queriendo desde hace un tiempo, más de lo que imaginaba.

Stan se sorprendió al escuchar las palabras de Tony, sintiendo un calor inexplicable en su pecho. Pero antes de que pudiera decir algo, Tony continuó.

—Te quiero más que como a un amigo, Stan —confesó Tony, sus ojos intensos y sinceros—. Te quiero para mí, para que siempre estés a mi lado. Tal vez, para que seas… mi novio. Quiero conocerte más, saber lo que te gusta, lo que no, y ver hasta dónde podemos llegar juntos.

Stan sintió que su corazón se aceleraba, asimilando lo que Tony acababa de decir. Era lo que había estado esperando escuchar, pero también algo que le daba un poco de miedo. Sin embargo, sabía que no podía huir de sus sentimientos.

—Tony, yo… también te quiero —admitió Stan, su voz temblando ligeramente por la emoción—. Pero no sé si estoy preparado para todo esto. Quiero estar contigo, pero tengo miedo de arruinarlo.

Tony esbozó una sonrisa suave y dio un paso hacia Stan, tomando sus manos entre las suyas.

—No tienes que tener miedo, Stan. Podemos tomarnos el tiempo que necesitemos. No hay prisa, solo quiero que estemos juntos y veamos cómo nos sentimos. Podemos ir conociéndonos poco a poco.

Stan asintió, sintiendo una mezcla de alivio y emoción. Los miedos seguían ahí, pero también había una creciente confianza en que podrían manejarlo.

—Sí, me gustaría eso —respondió Stan, apretando suavemente las manos de Tony—. Vamos a intentarlo, a ver a dónde nos lleva esto.

Tony sonrió, inclinándose para darle un beso rápido en la frente. Era un gesto tierno, lleno de promesas y de algo que estaba apenas comenzando.

—Gracias, Stan. Por darme una oportunidad —dijo Tony, su voz cargada de sinceridad.

Stan sonrió de vuelta, sintiendo que la conexión entre ellos se hacía más fuerte con cada palabra compartida. Aunque sabían que el camino por delante no sería fácil, ambos estaban dispuestos a recorrerlo juntos, con el corazón abierto y la esperanza de que el futuro les deparara algo hermoso.

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Love drives you insaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora