La noche había caído al fin, una noche de insomnio para Wilbur, abrazado de su amor pero torturado por su mente, pensamientos que esa noche no le dejaron dormir, sus ojos ardían y lloraban por el sueño, pero se sentía tan nervioso del día siguiente, ver el sol entrar por su ventana y saber que volvería a huir, como siempre lo hacía, saber que volvería que abandonar a su hermano, que volvería a abandonar a su padre y lo que más le dolía, que volvería a abandonar a su amado.
La fría noche pasó lentamente, los minutos se sentían como horas que torturaban a Wilbur, su culpa se lo comía vivo cada que veía el tranquilo rostro de Quackity durmiendo, se veía tan tranquilo y bello que el castaño no pudo resistir darle pequeños besos de vez en cuando, su piel era suave y calida, mientras que Wilbur estaba helado a pesar de llevar puesta su gabardina vieja.
Wilbur no quería irse sin decir nada antes, pero era tan débil y cobarde que no se sentía capaz de decirselo directamente a Quackity cuando despertara, se acobardaba de solo pensar en el rostro roto de Quackity, lleno de tristeza y lágrimas si se atrevía a decirle directamente que se iría otra vez, esa cobardía le hizo escribir una carta con el papel viejo que había en su antigua habitación, una carta que quedó sobre uno de los muebles dentro de esa habitación, acompañado de aquellas flores de papel tan distintivas, como si fuesen la firma personal de Wilbur cada que huía.
Y así, en su cobardía volvió a estar dispuesto a huir, no sin antes darle un suave beso en sus labios a Quackity como despedida y así por fin huir de todo, una última vez.
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Tal vez esto estaba mal, tal vez no era la mejor forma de solucionar las cosas, pero cuando sientes que todo es tu culpa la única solución que cabe dentro de tu cabeza es tu desaparición de este mundo, si Wilbur era el origen de todos los problemas, entonces su desaparición solucionaría todo, ¿No..?
Los pasos de Wilbur eran algo apresurados pero silenciosos, apenas y se oía el sonido de sus pies contra el suelo y el único sonido que producía era el de aquella gabardina vieja moviendose con cada paso que daba. Wilbur parecía apresurado de irse de ese lugar, tal vez porque en el fondo sabía que si no se apresuraba, si veía hacía atrás entonces se arrepentiría e iría corriendo a llorar a los brazos de su amado, pero no podía hacer eso, no podía seguir causandole problemas a sus familiares y mucho menos a Quackity.
Cuando Wilbur salió de su casa eran aproximadamente las 3 de la madrugada, el manto estelar era completamente oscuro y apenas se lograba ver algo a través de aquella oscuridad y eso gracias a la luz tenue de los faros, el aire invernal congelaba un poco a Wilbur, se sentía tan sólo que no sabía si el frío que sentía en el pecho era debido al clima o a su tristeza. Abrazandose a si mismo seguía caminando hacía su destino, ahora completamente disociado pensando únicamente en la bella sonrisa de Quackity, su rostro lleno de lunares y lo cálidos que eran dus abrazos, lo seguro que se sentía con él, pero también pensaba en el veneno que era para los demás y como la única solución para todo sería...
