Capítulo 04

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La noche había caído suavemente sobre la casa de la señora Kim, envolviendo todo en una cálida atmósfera de hogar

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La noche había caído suavemente sobre la casa de la señora Kim, envolviendo todo en una cálida atmósfera de hogar. Jennie y Lisa estaban cenando en la cocina, ambas vestidas con cómodas pijamas. La castañita llevaba un conjunto de algodón suave de color rosado con pequeños ositos estampados, mientras que Lisa optó por una camiseta holgada y unos pantalones de cuadros que combinaban a la perfección con su estilo relajado.

—Esta sopa de tu mamá es la mejor, ¿no crees? —comentó entre bocados, disfrutando del sabor casero que la llenaba de una agradable sensación de calidez.

Jennie asintió con una sonrisa adormilada, sus ojos ya mostraban signos de cansancio mientras la sopa la arrullaba. Terminaron de cenar en silencio mientras se conversaban con la madre de Jennie, la cuál era muy dulce y atenta.

La pelinegra se ofreció para lavar los platos mientras Jennie se acomodaba en el sofá, encendiendo la televisión para ver caricaturas que se proyectaban en el fondo, más para mantenerse despierta que por verlas por interés. La señora Kim, encantada con la ayuda de Lisa, se quedó conversando con ella mientras ambas se encargaban de la limpieza.

—Eres una buena chica, Lisa — afirmó, secando un plato y sonriendo con cariño—. Me alegra que mi bebé te tenga a su lado.

Lisa sintió un calor reconfortante en su pecho ante las palabras de la madre de Jennie.

—Ella es la mejor cosa que me ha pasado, señora Kim. Haré todo lo posible para hacerla feliz —respondió, con una sinceridad que destilaba todo el amor que sentía por la más baja.

Después de terminar la limpieza, Lisa se secó las manos y se dirigió al sofá, donde Jennie ya estaba a punto de quedarse dormida

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Después de terminar la limpieza, Lisa se secó las manos y se dirigió al sofá, donde Jennie ya estaba a punto de quedarse dormida. Sus ojitos se cerraban cada vez más, y su cabeza se inclinaba hacia un lado, como si estuviera luchando por mantenerse despierta.

—Vamos, es hora de ir a dormir, mi amor —susurró Lisa con ternura, acercándose para acariciar el rostro de Jennie, sus dedos recorriendo suavemente su mejilla.

Jennie murmuró algo ininteligible, pero dejó que Lisa la ayudara a levantarse del sofá. Con pasos lentos, subieron las escaleras, cada paso resonando suavemente en la casa en silencio. La tailandesa mantenía un brazo alrededor de la cintura de su novia, asegurándose de que no se tambaleara por el sueño.

hands! | jenlisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora