hands! | jenlisa

Capítulo 06

El sol de la tarde brillaba con intensidad sobre el jardín de Nayeon, iluminando la piscina azul que resplandecía bajo el cielo despejado. El sonido del agua salpicando se mezclaba con risas y conversaciones animadas, haciendo que el ambiente fuera cálido. Jennie estaba sentada en la orilla de la piscina, con los pies sumergidos en el agua tibia. Lisa, arrodillada entre sus piernas, dibujaba pequeños círculos en su cintura, disfrutando de la cercanía mientras conversaban.

—He estado pensando —dijo Jennie, rompiendo el cómodo silencio que se había formado entre ellas—. Tal vez deberíamos adoptar un perrito. ¿Te imaginas? Un cachorrito corriendo por la casa, moviendo la cola y haciéndonos compañía.

Lisa levantó la vista, encontrándose con la mirada brillante de la castañita. La idea no le disgustaba, pero tenía otra propuesta en mente.

—¿Y si mejor adoptamos un gatito? —sugirió Lisa con los ojos llenos de ilusión—. Son adorables, independientes y no necesitan tanta atención. Podríamos irnos de viaje y no preocuparnos tanto.

Jennie frunció el ceño, aunque sus ojos reflejaban diversión.

—Pero los perritos son tan cariñosos... —insistió, inclinándose un poco más hacia Lisa, casi desafiándola.

—Sí, pero los gatitos son suaves y esponjosos, como tú —respondió Lisa, alcanzando la nariz de Jennie con la suya en un gesto juguetón—. Además, ya tenemos suficiente energía en casa. Un gatito sería perfecto para balancear las cosas.

La bajita soltó una risita, disfrutando del momento.

—No puedo creer que estés comparando nuestra relación con la adopción de una mascota, Lili.

—¿Y por qué no? — dijo, encogiéndose de hombros—. Lo que tenemos es especial, y quiero que todo en nuestra vida refleje eso.

Jennie iba a responder, pero antes de que pudiera continuar la discusión, Irene apareció con una bandeja de limonadas frescas, interrumpiendo su conversación.

—¡Refrescantes limonadas para las damas! —anunció la chica bronceada, con una amplia sonrisa mientras les entregaba los vasos. La linda pareja  agradeció el gesto, tomando las bebidas con gusto.

Todo parecía perfecto hasta que Manobal, con una mirada traviesa, decidió que era momento de jugar una pequeña broma. Sin advertencia, se levantó rápidamente y, en un solo movimiento, agarró a Jennie por la cintura, levantándola en el aire.

—¡Lisa! ¿Qué estás haciendo? —gritó la castaña, aferrándose al cuello de la alta con fuerza, su corazón acelerándose.

—¡Es solo un poco de diversión, amor! — exclamó riéndose mientras se acercaba al borde de la piscina, su sonrisa reflejando toda la travesura que estaba a punto de desatar.

—¡Ni se te ocurra, Lisa! —protestó Jennie, pero antes de que pudiera soltarse, su novia se lanzó al agua, llevándola consigo.

Jennie soltó un grito ahogado y, en un acto reflejo, enrolló sus piernas alrededor de las caderas de la pelinegra, aferrándose a su cuello como si su vida dependiera de ello. Ambas cayeron al agua, creando un gran chapoteo que resonó por todo el jardín.