Capítulo 03

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La noche era fría, y el aire tenía ese toque fresco y limpio que solo el invierno podía ofrecer

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La noche era fría, y el aire tenía ese toque fresco y limpio que solo el invierno podía ofrecer. Caminaban por las calles tranquilas, con sus respiraciones formando pequeñas nubes en el aire. Habían pasado un día agradable en casa de Rosé, disfrutando de la compañía de su amiga y de su novia, Jisoo. Ahora, el paseo nocturno parecía la forma perfecta de dar cierre a un día tan especial.

—¿Sabes? —comentó Jennie, rompiendo el silencio cómodo—. Creo que Jisoo está a punto de convencer a Rosé de adoptar un perro.

Lisa soltó una risa suave, metiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta.

—Lo dudo —respondió—. Rosé siempre dice que los perros son demasiada responsabilidad. Apostaría más por un gato... o un pez. Algo que no necesite tanto cuidado.

Jennie sonrió, imaginándose a Rosé con un pez. El pensamiento le parecía tan extraño que casi se echó a reír.

—Tienes razón. Un pez es más su estilo. Aunque, conociendo a Jisoo, probablemente intente entrenarlo para que haga trucos.

Ambas estallaron en risotadas alegres, el sonido llenando la noche silenciosa. Era uno de esos momentos en que todo parecía encajar perfectamente, donde no había necesidad de palabras para expresar lo bien que se sentían estando juntas.

De repente, una gota fría cayó sobre la nariz de Jennie, seguida de otra en su mejilla. Miró hacia arriba, justo a tiempo para sentir una tercera gota en la frente.

—¿Está lloviendo? —preguntó Jennie, sorprendida.

—¡Oh no! —exclamó Lisa, mirando alrededor como si buscara un refugio inmediato. Sin pensarlo dos veces, se quitó su chaqueta negra y la extendió sobre la cabeza de la bajita (que apenas le llegaba a los hombros) cubriéndola con una sonrisa heroica—. ¡No te preocupes, Nini! ¡Te salvaré!

Jennie se quedó quieta, observando a Lisa con incredulidad mientras la lluvia comenzaba a caer con más fuerza. La castaña ya llevaba puesta su propia chaqueta, y la escena no podía ser más absurda.

—¡Ya tengo mi chamarra, Lili! —dijo, conteniendo la risa—. Pero gracias, mi valiente caballero.

—No, no —insistió la tailandesa, ignorando la lógica y ajustando la chaqueta sobre la cabeza de la menor—. No quiero que te mojes.

—Eres ridícula, ¿sabes? —dijo Jennie, agarrando a su compañera por los hombros y sacudiéndola suavemente.

La más alta hizo un puchero, fingiendo estar herida.

—Solo intento ser romántica. —Jennie sonrió y se acercó a ella, dándole un beso en la mejilla.

—Y lo estás logrando, aunque sea de una manera muy tonta.

La lluvia seguía cayendo, y ambas comenzaron a correr, riendo como niñas mientras se dirigían a la parada de autobús más cercana, la cuál las esperaba con las puertas abiertas, sin nadie más dentro. Ambas estaban empapadas y riendo a carcajadas, por lo que se acurrucaron juntas en el pequeño refugio de la parada.

hands! | jenlisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora