–¿Has pensado ya en qué quieres estudiar?
Ahí está de nuevo.
Raquel, mi tutora, es la persona más paciente y comprensiva que he conocido jamás. Me ha ayudado mucho estos meses de inicio de curso, primero de bachiller es más duro de lo que me imaginaba, pero si además le sumas estar más perdido en la vida que un sapo en una peluquería... Digamos que no estoy en mi mejor momento.
Tener como tutora a alguien como ella es un bote salvavidas muy importante para mi, por eso mismo sé que no lo ha preguntado con mala fé. Y que no tiene ni idea de que este fin de semana, mi familia me ha repetido la pregunta unas doce veces en el cumpleaños de mi abuela.
Que no se me malinterprete, me encanta pasar tiempo con ellos, pero a veces siento que me asfixio en esa mesa en la que antes soñaba con crecer. Todos tienen sus vidas, han tomado miles de decisiones, y yo no me siento capaz de elegir una sola cosa que estudiar. No es para tanto, o eso hace ver todo el mundo. A mi me aterra pensar que me puedo equivocar.
- Lo he pensado, pero... - busco la forma más suave de decir que no tengo ni puñetera idea, por suerte ella ya me conoce lo suficientemente bien para entenderlo.
–No lo tienes claro. Bueno, es normal, no todo el mundo nace sabiendo cual es su vocación.
Vocación, vocación, vocación... Me produce pesadillas.
–¿Y si no tengo vocación por nada? –verbalizo mi miedo.
–No te agobies por eso ahora, tienes todo el curso para pensar en las asignaturas del año que viene, y aún podrías cambiar de opinión sobre qué estudiar. Te enviaré los enlaces que nos pasaron desde orientación para...
Sigue hablando sobre el tema durante varios minutos más. Me encantaría escucharla, pero lo evito para contener mis lágrimas dentro de mis ojos. Si me pongo a llorar por esto pensará que soy un crío.
Aunque es lo que estoy sintiendo. Frustración, cansancio... Igual ya no sé ni qué es lo que siento. Últimamente no estoy seguro de nada.
Horas más tarde, cuando se lo cuento a mi psicóloga, me mira durante unos segundos fijamente antes de apuntar algo en su libreta y darme una tabla. Ya he trabajado más veces con ella sobre esto así que ya sé que hacer. Relleno la primera columna con la situación, la segunda con el pensamiento automático, la tercera con las emociones que he sentido, y la cuarta se queda en blanco.
Como de costumbre, no sé qué poner en la columna de "respuesta adaptativa". No fue hasta hace poco que me di cuenta de lo poco que me cuido a veces a mi mismo. Elena, mi psicóloga, me ha ayudado con eso, pero aún hay cosas que me cuestan ver.
La verdad es que empecé a venir cuando mi padre se fue a París hace unos años para trabajar en una cocina de éxito, no recuerdo el nombre del sitio pero sé que era su sueño desde que decidió estudiar gastronomía.
Nunca he tenido problemas con ello por lo que al poco tiempo dejé de ir a la psicóloga.
Hablamos cada mes por teléfono y me cuenta cómo va su nueva vida, pero no estoy enfadado con él. Nunca he podido estarlo. Al principio fue un poco raro que me hablara de que había formado una nueva familia, pero te vas acostumbrando. Mamá y yo siempre hemos estado bien juntos, nos las apañamos bien.
Cuando empezó el curso y todo fue poco a poco cayéndome encima mi madre me volvió a llevar, no tuve mucho que opinar al respecto, aunque ahora lo agradezco. Hay días que estoy mejor, otros peor... Mi autoestima ha agradecido volver a estar en manos de Elena, por otro lado está el tema de los estudios. Tema que acapara mi vida últimamente y del que no soy capaz de escapar.
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Sorpréndeme -Juantin-
FanfictionMartin necesita salir del bucle en el que está metido Juanjo está aprendiendo quién es y quien quiere ser Los dos se encontraran después de muchos años en Alemania, entre las nevadas de octubre y los miedos de enero, cuando Martin decide tomarse un...