Mi padre me vendió al Rey, después de pasar por tantas dificultades, sangre, muertes y miles de sucesos de este oscuro mundo, ahora tengo que pasar por el obstáculo más grande... no enamorarme de ÉL.
Bruno dió vuelta e hizo que todos dentro se movieran abruptamente, mientras se escuchaban los balazos que pegaban en el carro blindado.
—Aah ¿que está pasando? —gritó Nina desesperada.
Noah la tenía abrazada contra su pecho mientras ella se tapaba las orejas aferrándose a él.
—Bruno, toma el atajo debajo del puente y avisa a todos en la mansión para que estén pendientes —le ordenó mientras tomaba la cara de Nina entre sus manos.
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-Nina escúchame bien, necesito que te calmes y que me escuches con atención -le dijo con angustia en su rostro.
Bruno veía por el retrovisor, esa escena era algo que nunca en su vida creyó presenciar, ¿el rey estaba preocupado?
—Sandré con Bruno y nos encargaremos, Pero cuando bajes del auto tienes que quedarte atrás de mí, no te separes de mi ni un segundo, está bien?, yo te protegeré —terminó de decirle para luego abrazarla por un momento.
La soltó para sacar su arma que siempre llevaba en su sobaquera, recargandola.
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Bruno había parqueado el carro fuera de la entrada a la mansión ya que al parecer habían matado a los guardias de la puerta principal, y para colmo atrás de ellos venían dos carros de los cuales bajaron 6 personas, Bruno y Noah se prepararon para salir al ataque.
—No vayas, es muy peligroso —dijo Nina con voz temblorosa y sosteniedo la chaqueta de Noah.
—El único que decide si es peligroso o no soy yo, tu solo quédate aquí —dijo bajandose y cerrando la puerta.
Apenas bajaron del auto empezaron a disparar en contra de los 6 hombres mientras esquivaban algunas balas con tácticas casi ninjas.
Después de matar a 4 de ellos, se ocultaron atrás del auto blindado mientras por la puerta principal de la mansión empezaron a salir los hombres de Noah, también arremetiendo contra los 2 hombres que quedaban aún en pie.
Mientras los dos atacantes se cubrían en sus autos, Bruno y Noah se acercaron por los costados y terminaron con aquellos que los emboscaron.
Nina se encontraba acostada a lo largo del asiento con sus oidos tapados y los ojos cerrados del miedo por la balacera que a los pocos minutos se acabó.
