1. No me gustan los lunes

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"La lucha misma hacia las alturas es suficiente para llenar el corazón de un hombre. Hay que imaginar a Sísifo feliz." — Albert Camus, El mito de Sísifo


La vida de un actor podía ser agotadora. Dazai lo sabía bien. ¿Para qué necesitaba ir al colegio o tener un título universitario? Era innecesario. Dazai era demasiado inteligente como para depender de un diploma que probara su capacidad. Se aprendía los guiones con una sola leída y, para colmo, había ganado el campeonato nacional de ajedrez sin siquiera esforzarse. No, un certificado escolar era trivial.

Pero eso no era lo que su padre adoptivo pensaba. Aquel hombre, un exitoso empresario y un médico aclamado, insistía en que Dazai debía terminar sus estudios. Como si eso fuera relevante. La presión constante de su padre lo frustraba. No porque sintiera que fallaba, sino porque toda esa farsa le resultaba absolutamente aburrida.

Cierto, tenía una agenda de grabaciones apretada que apenas le dejaba tiempo para estudiar, pero también era verdad que ni siquiera lo necesitaba. Entonces, ¿por qué demonios había reprobado tercer año de preparatoria tantas veces? Había avanzado algunos grados en la primaria, pero ahora, a los dieciocho años, seguía atascado. Todo por culpa de las expectativas de su padre y los proyectos de Ango.

Otro año desperdiciado, pensó. Era mayor que todos sus compañeros, pero su capacidad de adaptación le permitía encajar sin problemas. Al menos, podía fingirlo. Porque, al final, era un gran actor.

—¡Hey! ¡Dazai! ¿En qué piensas? —la voz de Atsushi lo sacó de sus pensamientos.

Dazai parpadeó y, esbozando una sonrisa vacía, se giró lentamente hacia su compañero.

—En que no quiere estar aquí —dijo Ranpo, quien masticaba un dulce mientras lo observaba con su mirada afilada. Antes de que Dazai pudiera responder, Ranpo le tapó la boca con una mano—. Pero papi lo obliga, ¿verdad?

Dazai apartó la mano de Ranpo con suavidad, pero lo suficientemente firme como para que captara el mensaje.

—Correcto, Ranpo-san. Tú y yo, como los mayores del grupo que ya deberíamos estar en la universidad, debemos dar ejemplo, ¿no crees?

Atsushi frunció el ceño, perplejo.

—¿Tienen la misma edad? ¿Son gemelos?

—No exactamente —intervino Ranpo, con su habitual tono despreocupado.

Dazai suspiró.

—Nuestros padres se casaron, Atsushi —dijo, evitando entrar en más detalles. El tema siempre le había parecido una distracción innecesaria.

Atsushi seguía confundido, pero antes de que pudiera hacer más preguntas, decidió cambiar de tema.

—¿Por qué sigues aquí si ya deberías haber terminado? ¿No te cansas de esto?

Dazai esbozó una sonrisa amarga.

—Ya me cansé hace mucho, Atsushi-kun. Pero sigo interpretando mi papel.

—Y Dazai ha decidido repetir su chiste una y otra vez —dijo Ranpo, divertido.

Atsushi sonrió con timidez.

—¿Y no te parece aburrido?

Dazai lo miró, sus ojos brillando con una mezcla de burla y resignación.

—Oh, Atsushi, aburrido es poco. Pero, como buen actor, sigo con el espectáculo hasta el final.

—Volviendo al tema... —interrumpió Luci—, ¿has escuchado los rumores sobre el nuevo profesor, Dazai?

TRUE INTENTIONS: THE SUBSTITUTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora