3. El favorito de papá

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Tan pronto como Dazai entró por la puerta, vio a Ranpo recostado en el sofá, con una bolsa de hielo en la mano. Era casi como si hubiera sabido exactamente lo que había pasado, y Dazai no pudo evitar rodar los ojos.

—Eres algo más, ¿sabes? —dijo Dazai, con voz cargada de sarcasmo mientras trataba de ignorar el dolor de la bofetada que su padre le había dado. —Siempre pareces saber cuándo algo va mal.

Ranpo sonrió, lanzándole la bolsa de hielo a Dazai, quien la atrapó sin mucho entusiasmo.

—Será mejor que te lo pongas a menos que quieras presentarte a la cena con la cara hinchada —dijo Ranpo, en un tono ligero, pero con un toque de preocupación—. Sabes lo mucho que te gusta ser el centro de atención.

Dazai bufó, colocando el hielo contra su mejilla, el frío adormeciendo el dolor sordo. —Como si me importara eso.

La sonrisa de Ranpo se ensanchó. —Puede que a ti no te importe, pero dudo que quieras darle a Mori otra razón para darte un sermón.

Dazai entrecerró los ojos, sin querer admitir que Ranpo tenía razón. —Te lo estás pasando en grande con esto, ¿verdad?

Ranpo se encogió de hombros, sin negarlo. —No todos los días veo al gran Dazai caer de su pedestal. Pero hablando de familia, escuché que esta noche tenemos un invitado especial para la cena.

La expresión de Dazai se oscureció. Sabía exactamente a quién se refería Ranpo. —Te refieres al 'favorito' —murmuró, la palabra cargada de amargura.

Ranpo asintió, su habitual aire juguetón suavizándose un poco. —Sí, ese hermano del que papá está tan orgulloso. Estoy seguro de que será una noche encantadora.

El agarre de Dazai sobre la bolsa de hielo se tensó, el frío penetró en su piel mientras intentaba sofocar la ola de resentimiento que amenazaba con salir. La idea de sentarse a cenar con el hijo predilecto de su padre era suficiente para que quisiera saltarse la comida por completo.

Pero sabía que no podía. No si quería mantener las apariencias. No si quería evitar otra confrontación.

Con un suspiro, Dazai se dejó caer en el sofá junto a Ranpo, sintiendo el peso del día sobre él. —Esta va a ser una noche larga.

Ranpo se río, dándole una palmada en el hombro. —Creo que será divertido, ¿No crees? Ahora, veamos si puedes sobrevivir a la cena sin causar un escándalo.

Dazai no pudo evitar sonreí. —No prometo nada.

Justo cuando Dazai se acomodaba en el sofá, el sonido de su teléfono irrumpió en la habitación. Alzó una ceja, sacándolo del bolsillo, mientras Ranpo lo observaba con esa mirada que decía que ya sabía lo que iba a suceder.

—No me digas... —comenzó a decir Ranpo con una sonrisa divertida.

Dazai miró la pantalla del teléfono, suspirando pesadamente al ver el nombre que aparecía. —Chuuya-sensei —murmuró, resignado.

Ranpo soltó una risa ligera. —Supongo que tu apretada agenda acaba de hacerse aún más pesada. Y ni creas que vas a escaparte de la cena esta noche.

—No te creas tan listo —respondió Dazai, aunque su tono carecía de la mordacidad habitual. Se levantó con un suspiro y aceptó la llamada.

—¿Dónde estás, Dazai? —La voz de Chuuya sonaba tensa al otro lado de la línea, como si ya estuviera al límite de su paciencia.

—En casa, donde debería estar —respondió Dazai con un tono despreocupado, aunque sabía que esa respuesta no lo calmaría.

—Te estoy esperando en la biblioteca desde hace más de cinco minutos —espetó Chuuya, claramente irritado—. Se supone que tenemos que revisar tu plan de actividades. No tengo todo el día mocoso.

TRUE INTENTIONS: THE SUBSTITUTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora