15. ACTIVIDADES extracurriculares ILICITAS

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NOTA: ESTE CAPÍTULO TIENE CONTENIDO EXPLÍCITO A PARTIR DE LA TERCERA SECCIÓN.

La idea de Dazai era completamente absurda, ¿entonces por qué la estaba considerando? Más importante aún, ¿por qué demonios había aceptado ir a la tienda de conveniencia de 24 horas, comprar lubricante y condones, y luego regresar al puerto como si nada hubiera pasado?

Al menos, debería haber ido solo.

El aire fresco de la tienda golpeó el rostro de Chuuya, pero no fue suficiente para calmar el calor que subía por su cuello. Cada vez que Dazai tomaba otro paquete de condones o lubricante y lo añadía al carrito con una sonrisa traviesa, Chuuya se preguntaba cómo diablos había terminado en esa situación. Todo lo que quería era hacer una compra rápida y salir. Pero Dazai, con su uniforme de porrista, había decidido que el lugar y momento perfectos para seleccionar meticulosamente productos íntimos era justo allí, a plena vista, sin un ápice de vergüenza. Cada vez que encontraba un nuevo producto en la estantería, lo examinaba como si estuviera decidiendo qué obra maestra culinaria cocinar para la cena. ¿Y lo peor? Lo estaba disfrutando.

Dazai comenzó con un paquete de condones ultra finos, luego pasó a unos de "sensación natural", y para cuando llegó a los lubricantes, estaba completamente sumergido en su diversión. Chuuya intentaba mantener la calma, pero su rostro se ponía más rojo con cada comentario que Dazai hacía en voz alta sobre las diferencias entre los lubricantes fríos y calientes. Para colmo, los clientes que pasaban no podían evitar mirarlos con curiosidad. Era como si Dazai supiera exactamente cómo maximizar su incomodidad.

El carrito comenzaba a llenarse, y Chuuya, con el ceño fruncido, trataba de ocultar su vergüenza mientras se preguntaba cómo era posible que necesitaran tantas cosas. Mientras tanto, Dazai seguía echando productos al carrito como si estuviera en una competencia de compras. Y luego, como si la situación no pudiera volverse más surrealista, una mujer de unos cincuenta años, que también estaba mirando el pasillo, se acercó a ellos con una sonrisa. Una rápida mirada al carrito, lleno de condones y lubricante, fue suficiente para que Chuuya quisiera desaparecer en ese momento, pero ni siquiera la gorra que llevaba era suficiente para esconderlo.

La mujer le habló directamente a él, ignorando por completo el disfraz de porrista de Dazai y la extraña escena que se desarrollaba ante sus ojos. "Parece que tu novia es difícil de complacer", dijo con una sonrisa que sugería que sabía perfectamente lo que implicaba. Chuuya sintió que el calor en su rostro aumentaba aún más mientras intentaba procesar lo que acababa de escuchar. ¿Novia? Claro, la mujer había asumido que Dazai, con su atuendo, era una chica. Y como si eso no fuera suficiente, añadió casualmente: "Buena suerte con eso, chico. Tal vez te vendría bien algo de ayuda... ya sabes, nunca está de más tener Viagra a mano."

El bochorno consumió por completo a Chuuya en ese momento. ¿Cómo podía alguien decir algo así tan casualmente? Era como si el universo estuviera decidido a convertir esa situación en la experiencia más ridícula y vergonzosa de su vida. Mientras tanto, Dazai, lejos de sentirse avergonzado, estalló en carcajadas. Su risa resonó por el pasillo, y Chuuya sintió que cada persona en la tienda los estaba mirando ahora.

El comentario de la mujer, que pretendía ser un consejo amistoso, solo había empeorado la situación. Y Dazai, en lugar de dejarlo pasar, abrazó el momento por completo. "¡Oh, qué gran consejo!", exclamó entre risas, claramente disfrutando del malestar de Chuuya. "Chuuya, ¿escuchaste eso? Tal vez deberíamos considerar el Viagra. No querrás quedarte atrás, ¿verdad?" La mujer, satisfecha con su intervención, le dio una palmada en la espalda a Chuuya antes de irse, completamente inconsciente del caos emocional que había dejado a su paso.

Chuuya solo quería salir de allí. Empujó el carrito con un tirón decidido, sin decir una palabra más. Ya había tenido suficiente. Dazai, por supuesto, lo siguió, riendo por lo bajo, disfrutando del espectáculo que habían creado. Mientras caminaban hacia la caja, Chuuya evitaba hacer contacto visual con cualquier otra persona, deseando que la tierra se lo tragara. Era obvio que Dazai se deleitaba con su vergüenza, como si su incomodidad fuera la verdadera diversión del día.

TRUE INTENTIONS: THE SUBSTITUTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora