Quidditch: Ganadora

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Abajo en las tribunas, Dean Thomas gritaba.

—¡Expúlsenlos, árbitro! ¡Tarjeta roja!

—Esto no es fútbol, Dean —le recordó Ron—. No se puede echar a los jugadores en quidditch... ¿Y qué es una tarjeta roja?

Pero Hagrid estaba de parte de Dean.

—Deberían cambiar las reglas. Flint habría podido derribar a Harry en el aire.

A Lee Jordan le costaba ser imparcial.

—Entonces... después de esta obvia y desagradable trampa...

—¡Jordan! —lo regaló la profesora McGonagall.

—Quiero decir, después de esta evidente y asquerosa falta...

—¡Jordan, no digas que no te he avisado...!

—Muy bien, muy bien. Flint casi mata al buscador de Gryffindor, cosa que podría sucederle a cualquiera, estoy seguro, así que penalti para Gryffindor, la coge Spinnet, que tira, marca, y continúa el juego, con Gryffindor todavía en posesión de la pelota.

Cuando Harry esquivó otra bludger, que pasó peligrosamente cerca de su cabeza, ocurrió. Su escoba dio una súbita y aterradora sacudida. Durante un segundo pensó que iba a caer. Se aferró con fuerza a la escoba con ambas manos y con las rodillas. Nunca había experimentado nada semejante.

Sucedió de nuevo. Era como si la escoba intentara derribarlo. Pero la Nimbus 2000 no decidían súbitamente tirar a sus jinetes. Harry trató de dirigirse hacia los postes de Gryffindor para decirle a Wood que pudiera una suspensión del partido, y entonces se dió cuenta de su escoba estaba completamente fuera de control. No podía dar la vuelta. No podía dirigirla de ninguna manera. Iba en zigzag por el aire y, de vez en cuando, daba violentas sacudidas que casi lo hacían caer.

Lee seguía comentando el partido.

—Slytherin en posición... Flint con la quaffle... supera a Spinnet, a Bell... una bludger le da con fuerza en la cara, espero que le rompa la nariz (era una broma, profesora), Slytherin amiga un tanto, oh, no.

Los de Slytherin vitoreaban. Nadie parecía haberse dado cuenta de la conducta extraña de la escoba de Harry. Lo llevaba cada vez más alto, lejos del juego, sacudiéndose y retorciéndose.

—No sé qué está haciendo Harry —murmuró Hagrid. Miró con los binoculares—. Su no lo conociera bien, diría que ha perdido el control de su escoba... Pero no puede ser...

De pronto, la gente comenzó a señalar hacia Harry por encima de las gradas. Su escoba había empezado a dar vueltas y apenas podía sujetarse. Entonces la multitud jadeó. La escoba de Harry dio un salto feroz y Harry quedó congelado, sujeto sólo con una mano.

—¿Le sucedió algo cuando Flint lo bloqueó? —susurró Seamus.

—No puede ser —dijo Hagrid, con vos temblorosa—. Nada puede interferir en una escoba, excepto la poderosa magia oscura... Ningún chico puede hacerle eso a una Nimbus 2000.

Ante esas palabras. Hermione cogió los binoculares. Snape estaba en el centro de las tribunas frente a ellos. Tenía los ojos clavados en Harry y murmura bajo algo sin detenerse.

—Está haciendo algo... Mal de ojo a la escoba —dijo Hermione.

—¿Qué podemos hacer?

—Déjamelo a mí.

Antes de que Ron pudiera decir nada más. Hermione había desaparecido. Ron volvió a enfocar a Harry. La escoba vibraba tanto que era casi imposible que pudiera seguir colgando durante mucho más tiempo. Todos miraban aterrorizados, mientras los Weasley volaban hacia él, tratando de poner a salvo a Harry en una de las escobas. Pero aquello fue peor: cada vez que se le acercaban, la escoba saltaba más alto. Se dejaron caer y comenzaron a volar en círculos, con el evidente propósito de atraparlo si caía. Marcus Flint cogió la quaffle y marcó cinco tantos sin que nadie lo advirtiera.

—Vamos, Hermione —murmuraba desesperado Ron.

Hermione había cruzado las gradas hacia donde se encontraba Snape y en aquel momento corría por la fila de abajo. Ni se detuvo para disculparse cuando atropelló al profesor Quirrell  y, cuando llegó a donde estaba Snape, se agachó, sacó su varita y susurró unas pocas y bien elegidas palabras.

Unas llamas azules salieron de su varita y saltaron a la túnica de Snape. El profesor tardó unos treinta segundos en darse cuenta de que se incendiaba. Un súbito aullido le indicó a la chica que había hecho su trabajo. Atrajo el fuego, lo guardó en un frasco dentro de su bolsillo y se alejó gateando por la tribuna. Snape nunca sabría lo que le había sucedido.

Fue suficiente. Allí arriba, súbitamente, Harry pudo subir de nuevo a su escoba.

¿Para qué lo hacía? Todo ya se hechó a perder... T/N había cogido la snitch. T/N mientras Harry hacia (como T/N les decía: «“Acrobacias con la escoba”») T/N por todo el campo de quidditch buscaba la snitch, ya que, como siempre, se desaparecía. Ella la buscaba con todo el desespero y preocupación del mundo. Hasta que la encontró, pero Harry aún seguía haciendo “Acrobacias con la escoba” y ella en esos minutos pensó: «Mi hermano aún sigue haciendo acrobacias, tengo que agarrarla. Además está enfrente de mí. ¡¡TENGO QUE TOMARLA!! «Además si su equipo no gana, pues allá ellos, pero tú tienes que ganar» «Pero también él me preocupa ¿por qué estaría haciendo acrobacias con la escoba? ¿Quién se lo habrá hecho?». Esa y entre otras preguntas rondaban en la cabeza de T/N, y no sabía si escoger las buenas o malas.

Pero también pensó: «¡Esto es quidditch, no hay porque comportarse como un caballero o princesa» «¡AL DIABLO LOS MODALES! ¡TOMA LA SNITCH!». T/N todo el tiempo sentía ansiedad y preocupación, pero esa voz en su interior tenía razón... esto es quidditch, hay reglas, pero no modales... Y si hay... ¡PUES AL DIABLO CON ELLOS! Pero aún así ella dudaba.

T/N no lo pensó si un segundo más y agarró la snitch dorada entre sus manos. Todo Slytherin vitoreaba y gritaba como loco, mientras que los de Gryffindor estaban aturdidos y abuchaban. Mientras T/N mostraba ante todo el campo que ella tenía la snitch, los de Gryffindor (solo Harry) no le prestaban atención, y T/N y el equipo de Slytherin a ellos tampoco, estaban muy enfocados y concentrados en su victoria.

El equipo de Slytherin escuchó que Lee Jordán gritó (aunque no fuera por el micrófono, pero aún así fue muy audible): «MALDITOS, OJALÁ LES DE ALGO EN EL PRÓXIMO PARTIDO». Pero Snape rápidamente le dió un sape.

Después del suceso de la victoria de Slytherin, todo Slytherin la felicitaba, mientras que los de Gryffindor (menos Harry) le lanzaban miradas de odio y decepción, pero a T/N no le importaba, ella se sentía orgullosa de si misma.

La Melliza Potter y El Príncipe de Slytherin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora