Nueva varita

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—Al parecer veo que también serán estudiantes de Hogwarts, y es momento de que les entregué sus varitas, pero no sé preocupen, que aquí en Ollivanders encontrarán las mejores. Solo denme unos minutos, es un placer a verlos conocido. Por cierto mi nombre es Garrick Ollivander.

El hombre que se había presentado como Garrick Ollivander, seguía aún enfrente de los Mellizos, paralizado hasta que abrió la boca para hablar.

—Me parece que fue ayer cuando su padre y madre vinieron a comprar su primera varita —dijo Ollivander, aún mirando a los Mellizos—. La de su padre, James Potter tenía 28,5 cm. de largo, hecha de caoba, y poseía un núcleo desconocido. Y la de su madre, le conté a Lily que solo existían dos varitas con núcleo de pelo de Thestral en todo el mundo, siendo la primera la mismísima Varita de Saúco que había pertenecido a Albus Dumbledore en algún momento. 

—¡Wow! Qué interesante —dijeron los Mellizos, atrayentes.

—La de ustedes... Me preguntó cuál será, pero esa pregunta pronto lo resolveremos. Bueno, ahora, Harry y T/N... Déjenme ver —dijo el señor Ollivander y sacó una cinta métrica, con marcas plateadas de su bolsillo—. ¿Con que brazo cogen la varita?

—Oh, bueno, pues somos diestros —respondieron los Mellizos.

—Extiendan sus brazos, eso es —midió a Harry y a T/N del hombro al dedo, luego de la muñeca al codo, del hombro al suelo, de la rodilla a la axila y al rededor de su cabeza. Mientras media, dijo—. Cada varita Ollivander tiene un núcleo central de una poderosa sustancia mágica, Harry y T/N. Utilizamos pelos de unicornio, plumas de cola de fénix y nervios de corazón de dragón. No hay dos varitas Ollivander iguales, como no hay dos unicornios, dragones o aves fénix iguales. Y, por supuesto, nunca obtendrán tan buenos resultados como la varita de otros magos.

De pronto, los Mellizos se dieron cuenta de que la cinta métrica que en aquel momento les medía a los dos entre las fosas nasales, lo hacía sola, cuando terminaba con uno empezaba con el otro, y se daban cuenta que eran las mismas medidas. El señor Ollivander estaba revoloteando entre los estantes sacando cajas.
—Eso ya está —dijo, y la cinta métrica se enrolló en el suelo—. Bien, Harry y T/N, prueben ésta. Madera de haya y nervios de corazón de dragón. Veintitrés centímetros, bonita y flexible. Cógenla y agítenla.
Harry cogió la varita y (sintiéndose tonto) la agitó a su alrededor, pero el señor Ollivander se la quitó casi de inmediato. Dejando a Harry y a T/N con la duda de lo que podrían hacer.

—Arce y pluma de fénix. Diecisiete centímetros y cuarto. Muy elástica, prueba y cuando termines, Harry, se la pasas a tu hermana…
Harry lo intentó. No tenía ni idea de lo que estaba buscando el señor Ollivander. Las varitas ya probadas (por los dos Mellizos), estaban sobre la mesa aumentaban por momentos pero cuántas más varitas sacaba el señor Ollivander, más contento parecía estar.
—Qué clientes tan difíciles, ¿no? No sé preocupen, encontraremos a sus parejas perfectas por aquí, en algún lado. Me pregunto… si, por qué no, una combinación poco usual, acebo y pluma de fénix, veintiocho centímetros, bonita y flexible.

Harry tocó la varita. Sintió un súbito calor en los dedos. Levantó la varita sobre su cabeza, la hizo
bajar por el aire polvoriento, y una corriente de chispas rojas y doradas estallaron en la punta como
fuegos artificiales, arrojando manchas de luz que bailaban en las paredes. T/N lo vitoreó y aplaudió y
el señor Ollivander dijo:
—¡Oh, bravo! Oh, sí, oh, muy bien. Bien, bien, bien… Qué curioso… Realmente qué curioso…
Puso la varita de Harry en su caja y la envolvió en papel de embalar, todavía murmurando:
«Curioso… muy curioso.»

—Perdón —dijo Harry y T/N también le daba una mirada preguntándole lo mismo al señor Ollivander—. Pero ¿qué es tan curioso?
El señor Ollivander fijó en los Mellizos su mirada pálida.
—Recuerdo cada varita que he vendido, Mellizos Potter. Cada una de las varitas. Y resulta que la cola
de fénix de donde salió la pluma que está en tu varita dio otra pluma, sólo una más. Y realmente es muy
curioso que estuvieran destinados a esa varita, cuando fue su hermana la que te hizo esa cicatriz.
Los Mellizos tragaron, sin poder hablar.

La Melliza Potter y El Príncipe de Slytherin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora