Capitulo 8

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Iván me tomaba con gran fuerza para hacerme subir a aquella avioneta, que hasta parecía que se trataba de algún intento de secuestro. Una vez ya en la avioneta me obligó a abrochar mi cinturón, por ende tuve que aceptar que estaba derrotada y que mi intento de huida no había funcionado.

No era el hecho de regresar con mis padres y los G-Z si no Leonel me estaría esperando. Cuando sentí que las cosas podrían tener remedio resulta que no, gracias a que mi queridísimo ex novio no lo permitió, supongo que para el próximo intento no lo debe de poner alerta.

-No sé qué voy hacer contigo, pero tus padres van a saberlo —murmuró Iván cuando faltaban pocos minutos para aterrizar.

-¿Tú hacer conmigo algo? No lo creo —reí irónica— y por mi dile a quien quieras, yo les diré que no me respetaste, ni la noche del hotel y ni en tu casa, aparte de que llevaste a tus mujersuelas—escupí molesta, aunque quería olvidarlo yo creo que era la gran y única razón por la cual estaba molesta, y aún no me explico porque, si el intenso de Iván ya no es de mi agrado. Tal vez sea por mi orgullo como mujer.

-¡Claro! Tu también tendrás tu tiempo para defenderte, y hacer como que no pasa nada.

Sin más que decir continuamos en silencio hasta aterrizar. Una vez en tierra firme pude sentir el caluroso y húmedo clima de la sierra a pesar de que ya era muy tarde, casi madrugada, me subí a una de las camionetas mientras observaba como Iván daba unas cuantos indicaciones para luego emprender en la misma camioneta, sentándose junto a mi.

Eché mi cabeza hacia atrás con disgusto y fije hacia la ventana, observando el oscuro horizonte que nos rodeaba maldiciendo an mis adentros, y culpándome por permitir que todos tuvieran control de mi vida menos yo. La camioneta seguía su curso hasta la casa en donde estarían todos reunidos, Iván se dedicaba a hacer lo mismo, en silencio miraba por la ventana se veía perdido en sus pensamientos, supongo.

[...]

Finalmente llegamos a nuestro destino, rápidamente desprendí de la camioneta, esperando a que la cajuela de esta se abriera para poder agarrar mis pertenencias. Iván se apresuró a imitar mi acción esperando de brazos cruzados a que el chofer abriese la cajuela. Cuando esto sucedió Iván tomó mis dos maletas poniéndolas sobre el suelo, pensé en agradecerle pero me detuve, de mala ganas las agarre empezando a caminar a la entrada de la puerta. Estando una vez adentro la puerta se cerró dejando ver a Iván detrás mío:

-¿A dónde vas? —preguntó al ver que me dirigía al segundo piso.— ¿No piensas saludar a tu familia?

-¡Claramente no quiero ver a nadie! Y menos contigo, no te quiero cerca, ni siquiera un poco.

Llegue hasta mi camioneta aventando todo a un rincón, me tiré a mi cama y las lágrimas comenzaron a salir, pero no de tristeza o dolor... si no, de importancia. Iván una vez más me estaba haciendo sufrir, una vez ya lo hizo y lo está volviendo a hacer cuando yo siempre juré no volverlo a permitir.

[...]

Desperté por los rayos de sol que chocaban hacia mi rostro, de mala gana me incorporé en la cama para después darme un gran estirón dándome un poco de comodidad. Me puse de pie y me dirigí hacia mi maleta para poder ponerla sobre la cama, de ella saqué un conjunto rosa con una camisa del color blanco, me puse unos tenis y cepille mi cabello. Tenía que darle la cara a todos.

Salí de la habitación pidiendo an mis adentros no encontrarme a nadie y tratar de poner una buena cara, ya que realmente solo quería echar todo por la ventana y irme de aquí. Los pensamientos negativos invadieron mi cabeza nuevamente al recordar lo de ayer, y pensar que estaría pensando Leonel, tal vez esté molesto, y piense lo peor. Y para el colmo Iván no me devolvió mi teléfono.

PERFUME A CELOS •IAG•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora