Me llamo Nubia, aunque mi nombre es solo una etiqueta que uso para moverme en este mundo. La verdad es que nunca me he sentido completamente cómoda dentro de mi piel, como si algo más vasto, algo más antiguo, habitara dentro de mí, luchando por salir.
Desde pequeña, siempre he tenido la sensación de que pertenezco a otro lugar, a un rincón perdido del cosmos donde mi alma pueda desplegarse en toda su magnitud. Es un anhelo que arde silencioso, que no me deja en paz ni en mis noches más tranquilas. Este libro es, en esencia, un reflejo de ese anhelo, un intento desesperado por conectar lo inefable de mi ser con lo infinito del universo.
He pasado incontables horas mirando el cielo nocturno, observando las estrellas y preguntándome qué hay más allá de ese telón oscuro salpicado de luces. Las constelaciones me hablan en un lenguaje que solo yo puedo entender, o al menos eso me gusta pensar. De todas, Andrómeda ha sido siempre mi favorita, no porque sea la más brillante ni la más cercana, sino porque hay algo en su historia que resuena profundamente conmigo.
Andrómeda, la princesa encadenada a la roca, sacrificada por los errores de otros, abandonada a su suerte, esperando ser devorada por un monstruo marino. Una historia de injusticia, de sufrimiento, pero también de esperanza. Porque, al final, Andrómeda es rescatada. En medio de su desesperación, llega Perseo, su salvador. Y en ese acto de liberación, Andrómeda se convierte en algo más que una víctima; se convierte en una estrella, en una constelación que brillará por siempre en el firmamento.
Es curioso, pero a veces siento que Andrómeda y yo somos la misma. No en el sentido literal, claro, pero compartimos un destino similar. He pasado mi vida atrapada, encadenada a mis propios miedos, a mis dudas, a esa voz interna que me dice que nunca seré suficiente, que mis sueños son demasiado grandes, demasiado absurdos. Mis lágrimas, aunque invisibles, han regado los suelos de mis noches solitarias, creando ríos que solo yo he navegado.
Pero hay algo más en mí, algo que no puedo ignorar. Una chispa, una fuerza que me empuja a seguir adelante, a escribir, a crear. No puedo explicarlo del todo, pero cada vez que me siento a escribir un poema, es como si una parte de mí se liberara, como si las palabras fueran el Perseo que he estado esperando. A través de mis versos, puedo sentir cómo se rompen las cadenas que me atan, cómo se disuelven las sombras que me envuelven.
Este libro es mi Andrómeda, mis lágrimas vertidas sobre el papel. Cada poema es una estrella en mi propio firmamento, una luz que intenta brillar en medio de la oscuridad. No sé si estas palabras alguna vez encontrarán a su lector, si alguien más sentirá lo que yo siento cuando recito estos versos en silencio, pero eso no importa. Lo que importa es que están aquí, que existen, que son una parte de mí.
He escrito sobre el amor, ese sentimiento que a menudo parece tan cercano pero tan inalcanzable. El amor que se escurre entre los dedos, que nos deja con cicatrices que nunca sanan del todo. He escrito sobre la pérdida, sobre esos momentos en que el vacío parece devorarlo todo, en que incluso las estrellas parecen apagarse una por una. Pero también he escrito sobre la esperanza, sobre esa pequeña chispa que se niega a morir, que sigue ardiendo incluso en la noche más oscura.
A veces me pregunto si estas palabras me salvarán, si este libro será el barco que me llevará a un puerto seguro. No tengo la respuesta, y tal vez nunca la tenga, pero lo que sí sé es que escribir me ha dado una razón para seguir, una forma de darle sentido a todo este caos que llevo dentro. Cada poema es un mapa de mi alma, un intento de trazar un camino entre las estrellas, de encontrar ese lugar al que realmente pertenezco.
Sé que mis poemas no son perfectos. A menudo me encuentro luchando con las palabras, buscando la manera correcta de expresar lo que siento, pero tal vez no exista una forma perfecta. Tal vez la belleza esté precisamente en esa lucha, en esa búsqueda interminable. Porque al final, no se trata de encontrar respuestas, sino de seguir haciendo preguntas, de seguir explorando, de seguir escribiendo.
A medida que avanzaba en la escritura de este libro, me di cuenta de que Andrómeda no es solo una constelación, no es solo un mito. Andrómeda es una metáfora, una representación de todas las personas que han sufrido, que han llorado, que han sentido que el mundo se desmorona a su alrededor. Es un símbolo de resistencia, de la capacidad de encontrar luz incluso en la más profunda oscuridad.
Este libro es mi homenaje a Andrómeda, a todas las Andrómedas que existen en el mundo, a todas las almas que han luchado por liberarse de sus propias cadenas. Es un grito de guerra, un canto de esperanza, una promesa de que, sin importar cuán oscura sea la noche, siempre habrá una estrella que nos guíe, una luz que nos muestre el camino.
Al final, lo único que quiero es que este libro sea un faro, una luz en la oscuridad para aquellos que lo necesiten. Quiero que mis palabras lleguen a quienes se sientan perdidos, a quienes estén buscando un poco de esperanza, un poco de consuelo. Porque si algo he aprendido en todo este proceso es que no estamos solos. Siempre hay una estrella, una Andrómeda, brillando en alguna parte, esperando ser descubierta.
Así que, si estás leyendo esto, si has encontrado este libro en tus manos, te doy la bienvenida a mi universo, a mi constelación personal. Te invito a navegar conmigo por este mar de palabras, a perderte entre las estrellas, a dejar que las lágrimas de Andrómeda te guíen hacia la luz.
Bienvenido a mi mundo. Bienvenido a mis lágrimas. Bienvenido a mis lágrimas de Andrómeda.
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Lágrimas de Andrómeda
Poetry"Lágrimas de Andrómeda" es un viaje poético a través de los pensamientos y emociones de una joven que se enfrenta a la vastedad del universo y las profundidades de su propio ser. En cada poema, ella dibuja conexiones entre las estrellas y sus senti...