Aries - Cuando el rescate nunca llega

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CUANDO EL RESCATE NUNCA LLEGA

El cielo tiembla en silencio,

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El cielo tiembla en silencio,

bajo Aries, susurra una promesa rota,

como el eco de un amor que nunca fue,

como esa palabra que se ahoga

antes de rozar el aire,

donde el alma se desvanece y zozobra.


No hay vuelo que salve

cuando el alma ya cae.

El carnero de oro — fugaz —

cruza un horizonte de lágrimas invisibles,

¿es un rescate o un adiós?


El brillo no distingue la esperanza

del vacío que deja la ausencia.

Helé cae en un mar de sombras,

como yo he caído tantas veces,

en un abismo sin nombre,

sin manos que me ofrezcan

la salvación que busco, el calor de unos brazos,

sólo el eco distante de mis pasos.


A veces, el amor es un hilo de seda,

que se desgarra sin aviso,

una constelación que nunca se enreda

en la piel de la noche, quedando en el vacío.

Y aunque el carnero me busque,

aunque intente llevarme lejos,

no hay salvación en la huida

ni en las promesas de luz,

cuando las estrellas me miran de reojo,

dejándome en medio del abismo y su brujo.


Bajo Aries, no le hablo al cielo,

le hablo a mi propio reflejo,

a los vacíos que dejo dentro de mí,

a las veces que no fui elegida,

a las veces que fui solo una sombra,

sin nombre, sin destino, sin razón escondida.


El amor nunca vino por mí,

y yo, como Helé,

caigo sin nombre en el Helesponto,

sin más testigo que las olas,

que llevan consigo el lamento

de los sueños rotos, de mi tormento.


Quizás es mejor así:

que no todos los rescates sucedan,

que el amor, a veces,

solo nos alcance en la caída,

y se nos quede como una herida

que el tiempo no borra ni olvida.


– Nubia.

Lágrimas de AndrómedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora