16. De mal en peor

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Me mantuve en la puerta, simplemente admirandola. Se removió en la cama, estirando sus brazos ante su inminente despertar, a diferencia de otras veces, había tomado la precaución de encerrar a mi perrita, para evitar que perturbara su sueño. Tome con fuerza la bandeja, escuchando el tambaleó de la taza contra el platillo al caminar. Deje la bandeja en la mesita de noche, tomando asiento a su lado, abrió con lentitud sus ojos sonriendo apenas logro verme

- muy buenos días, Ari - estiró los brazos a mi dirección, por los que me incline hasta ser atrapada entre ellos, besándola en la mejilla. Frunció el ceño por eso, riendo fui hasta sus labios, que me recibieron con gusto

- que bonita forma de despertar. Me encanta - sus manos se enredaron en mi cabello, volviendo a acercarme, profundizando un poco más ese beso - mmmm... Menta

- si, ya me lave los dientes - me soltó solo para cubrir su boca, dejando escapar un suspiro

- lo lamento, se que no te gusta - bese sus nudillos, apoyando una mano en la cama para poder descubrir su boca con la otra, dejando un nuevo beso, que la hizo sonreír

- no me refería a que me disgustara tu sabor matutino - sus ojos finalmente se abrieron. Contuve la respiración cuando lamió con suavidad sus labios, sonriendo ante mi mirada - traje el desayuno - cerré mis ojos ante su tacto en mi cuello, ella se acercó suspirando con dificultad sobre mis labios - es imposible Marina, ¿aún no estás satisfecha?

- ¿Puedes culparme? Te necesito todo el tiempo - su nariz acarició mi mejilla, resoplé ante sus lentos besos en mi piel. Negué, impulsandome con las manos en la cama para alejarme, me miró unos segundos antes de comenzar a reír - no estes tan seria, solo estaba jugando

- un juego muy malicioso, mis brazos aún duelen - su mano acaricio mi pulso, subiendo con lentitud hasta mi hombro, dejando un camino de cosquillas en mi piel - aprovechemos de desayunar, después debes trabajar, yo me ejercitare y en la tarde trabajaré  y no podemos hacer todo eso si nuestros cuerpos están cansados

- quizás también deberías ejercitar tus brazos, así no se cansarán tan rápido - chasquee la lengua, sonriendo ante su insistencia, deje un beso en su mejilla antes de levantarme, espere a que estuviera sentada, tendiendole una camiseta para que cubriera su torso desnudo - ¿Segura de que quieres que le use? - desvíe el rostro cuando comenzó a reír, me había quedado mucho tiempo mirándola - ya puedes ver - suspiré, tomando la bandeja y acercandola a sus piernas - ¿A qué hora despertaste? No recuerdo que tuvieras palta en el refrigerador

- eso es lo de menos - tome mi taza y una mitad de pan tostado bajo su atenta mirada. Elevé los hombros, sonriendo cuando mordí el pan

No puedo dejar de mirarla, incluso después de un mes no caigo en cuenta de que ella es mi novia. Me hablaba sobre su trabajo, el como se sentía más tranquila ahora que su jefe había abierto el streeptease, yo solo me sentía mejor ante la idea de que ya no debía tener relaciones con desconocidos. Me desagrada tener que compartirla

- me gustaría que pudieras venir - incline el rostro, confundida. Me había quedado tan ensimismada viéndola que había olvidado poner atención a sus palabras, rodo los ojos con una sonrisa antes de aclararse - al evento de mañana, dio la casualidad de que estas de tarde asi que si podrías asistir

- por supuesto, preciosa. Ahí estaré - se acercó a besar mi mejilla, pero yo voltee el rostro para chocar con sus labios, hizo una expresión ofendida antes de acercarse nuevamente a besarme con más calma - me encantas - mordió con suavidad mi labio inferior, lo pque me hizo jadear

Trabajadora de la noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora