8. No son celos

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Supongo que estaba esperando algo más. La idea de su mano en mi muslo debió alborotar mis hormonas pues mi cara no dejaba de arder ante el calor. Ella solo estaba preocupada y yo había mal entendido todo

Subimos las escaleras en silencio hasta llegar a la planta donde aparentemente estaba su departamento. Ella hizo un movimiento en la puerta donde usualmente me detenía después de ayudar a la chica que ahora estaba en el hospital, pero la manilla no pareció ceder indicando así que estaba cerrada. Me miró e hizo una mueca casi como si dijera "había que intentar" lo que me hizo sonreír

- déjame ir a hablar con el portero, siempre tenemos llaves de respuesta en caso de emergencias - me aleje con lentitud pero antes de bajar por el primer escalón ví hacia el pasillo en donde ella abría la puerta de su departamento. De verdad ahora vivía ahí

En la recepción buscamos entre las llaves la que tenía el número siete junto con el guardia, quien parecía estar preocupado por la mujer embarazada, debido que el había visto como Cata se la llevaba con rapidez. Lo tranquilice diciendo que ya estaba en el hospital y para eso necesitamos entrar a su depa a buscar sus cosas. El no indagó más

Golpee la puerta con dudas, viendo el número ocho bien clavado en ella. La puerta se abrió y pude ver a Catalina con un perro en sus brazos, el pequeño animal se comenzó a quejar mientras me miraba y después a su dueña, moviendo la cola con fervor. Sonreí bajo la atenta mirada de la mujer

- si quieres puedo prestarte ropa - mire mi cuerpo y suspiré. Ella se hizo a un lado para dejarme entrar a su hogar. Dejo a la perrita en el piso para después tomar mi mano y guiarme hasta su habitación de donde comenzó a sacar ropa de los muebles. A la cama lanzo una sudadera con una camiseta manga larga, luego saco unos pantalones pero al verlos los volvió a guardar para alcanzarme unos que parecían más gruesos y con tirantes - cámbiate con calma, esperaré afuera - ella salio, cerrando la puerta de la habitación, suspiré mientras con apuro me ponía la ropa que ella me había entregado

Tenía un espejo tras la puerta por lo que me mire unos segundos, los pantalones parecían adaptarse a la figura de mis piernas, pero aún así eran más grandes que los que usualmente usaba. Al lado de la puerta había un mueble colgado en la pared, donde podía ver algunos perfumes organizados por porte, mis dedos pasaron con cuidado por las botellas estilizadas deteniéndome en una de un color particular. La acerque para olerlo y al cerrar los ojos el recuerdo de la noche lluviosa llegó a mi, era fresco y con un suave olor a madera mojada, senti un escalofrío al pensar en ella usándolo mientras me abraza, asi que lo lleve de vuelta a su lugar

Sali de la habitación, al buscarla la encontré con sus manos apoyadas en la encimera, mirando hacia el gran ventanal detras del sofa,  el click del hervidor pareció sacarla de sus pensamientos, pues volteo a verme. Nos quedamos observando unos segundos para después ella girar y darme la espalda

- ¿Quieres té con canela? - me acerque con cuidado, mirando de reojo todas las decoraciones que no parecían tener conecciones una con otra, me senté en un banquito frente a la encimera, observando su espalda moverse buscando en los cajones superiores todo lo necesario

- me encantaría - respondí finalmente a su pregunta anterior. Ella saco un frasquito con varias ramas de madera picadas, que se perdieron de mi vista cuando se fueron delante de ella. Sentí el agua cayendo en la taza y casi al instante el olor a canela nos invadió, su cuerpo rotó para verme mientras sus manos sostenían dos tazas, de la cual una se detuvo frente a mis manos - gracias

- ¿Azúcar o stevia? - me acercó dos frascos y una botellita con líquido. Al abrir los frascos uno tenía azúcar morena y el otro blanca, ella parecía estar preparada para muchas cosas. Intenté bromear

Trabajadora de la noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora