9. Desesperadas

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Al estar recostada en su pecho, los latidos de su corazón se podían oír con mucha claridad. Al nombrar a Francisca no había ningún movimiento aparte de los que comúnmente se escuchaban, en cambio mis caricias parecían generar otra cosa, sus escalofríos a medida que pasaban mis dedos y sus suspiros casi ahogados en nerviosismo me hacían imaginar que el golpeteo errático de mi corazón también podía ser escuchado por ella y cual espejo se encontraba siendo imitado por el suyo

Me acerque a su oído, ofreciendo todo de mi en aquel momento de debilidad, pues pensar en ella tocando a otra, deseando aprender de ella lo que no pudo conmigo me estaba matando. Sus manos apretaron mi cintura con suavidad, intentando empujarme pero sin hacerlo en realidad, mi mano viajo desde su costado hasta su pecho en dónde su respiración acelerada la hacia subir y bajar en un suave oleaje, contrario a lo que ese momento tan tenso nos estaba haciendo sentir

Deje una última caricia en su mejilla, está vez con mis labios, deliberadamente acercándome demasiado a la comisura de los suyos, para después alejarme y tener mejor vista de su rostro. Sus mejillas estaban rojas pero sus ojos estaban carentes de todo brillo, sus manos atrayendo mi cuerpo un poco mas hacia el suyo, provocando que mi puvis rozara con suavidad su cadera. Lami mis labios ante la tentativa de moverme un poco más pues mi pierna había quedado entre las suyas, sintiendo el calor ardiente en mi muslo que chocaba con su centro por debajo de toda nuestra ropa

Ella debió sentir lo mismo que yo, pues tomo una profunda pero corta bocanada de aire, como si el oxígeno entre nosotras no fuera suficiente. Me dedique a examinar sus facciones mientras presionaba un poco mi pierna, sus ojos se cerraron y su cabeza se echó hacia atrás, dejándome ver su garganta moverse en un intento de tragar saliva. Sus labios se entreabrieron, haciendo que el inferior temblará un poco, apoye mi codo en el brazo del sofa, alejando la mano que había estado en su pecho para poder tener acceso con mis dedos a su labio tembloroso. Sus ojos se abrieron apenas acaricie la suave carne, estaban tan oscuros como la noche en que nos vimos por primera vez, pude sentir la punta de su lengua rozando la yema de mis dedos, haciendo que mi aliento se mantuviera cautivó en mi pecho

Se inclino un poco, bajando con sus manos hasta mi cadera, tirando más hacia arriba mi cuerpo, arrastrándose para dejarme sobre sus muslos y ella quedar un poco más sentada en el sofá, yo debia mirar hacia abajo pero eso no pareció molestarle en lo absoluto. Sus manos que habían permanecido en los costados de mi cadera, viajaron con lentitud por mis piernas, hasta que subió al lugar donde inicia el pantalón, adentrándose más por mi vientre hasta llegar a mis costillas, rozando con su pulgares el borde de mi brasier

- tiene encaje - asentí con lentitud y ella sonrió con malicia, haciendome remover sobre sus piernas. Sus dedos en mis costillas me hacían cosquillas hasta la zona lumbar y ella pareció notarlo, pues la ví reír con suavidad - eres muy hermosa

Por años había escuchado esas palabras salir de los labios de muchos hombres, pero era la primera vez que sentía como si fuera verdad, un cosquilleo de satisfacción en mi vientre me hizo sonreír, sin preguntar, tome las prendas superiores y las aparté de mi cuerpo ambas a la vez, sus ojos examinaron con detenimiento la zona de mis senos, en donde una de sus manos paso sobre el encaje rojo que había encima de uno. El brasier era netamente para el ámbito sexual, por lo que no tenía mucha tela que pudiera evitar el contacto de sus dedos con mi pezón, haciéndome respirar con dificultad ante el cosquilleo que recorrio mi espalda

- me gusta como se ve - sonreí mientras trataba de abrir mis ojos, pero debí volver a cerrarlos cuando su otra mano se adentro sin aviso por debajo del brasier presionando y moviendo un dedo de un lado a otro por encima de mi pezón. Mordí mi labio inferior y me moví con suavidad sobre sus piernas, intentando acomodarme. Ella debió entender mal, pues levantó una de sus piernas, presionando en mi centro, haciéndome jadear

Trabajadora de la noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora