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Los primeros meses de los pequeños Hong, para Joshua no fueron fáciles. Se la pasó más tiempo en el hospital que en su casa, y aunque ya trabajaba en el hospital su tiempo en este se duplicaba. Pero pasados 3 meses ya no hubo razón para que sus bebés regresaran al hospital. Seokmin se recuperó bastante rápido desde su parto, tuvo muchas complicaciones al igual que sus hijos, sin embargo pudo salir antes retomando presuroso su trabajo y ayudando igual a Joshua con los pequeños.

Y después de tres meses de manera oficial, por fin pudieron ser presentados a todos los familiares los mellizos HeeSeok y Heemin.

Heemin, una pequeña de tez blanca y cabellos castaños claros se llevó la atención de todos sus familiares, y es que con solo verla descansar causaba ternura. Heeseok, un pequeño con las características similares a las de su hermana, también fue el centro de atención robándose los corazones de todos los presentes en su, ahora, casa.

—Son las cositas más lindas que he visto en mi vida— la madre de Joshua, pasó delicadamente su dedo índice por la rojiza mejilla de su nieta.

—Lo son, son muy lindos— la señora Lee cruzó su pierna sobre la otra dispuesta a seguir hablando—. Solo espero que los dos se parezcan a Seokmin, serian muy guapos mis nietos.

—Pues yo espero que se parezcan a Joshua, mi hijo igual tiene muy buenos rasgos— opinó al darse cuenta de las intenciones en las que hablaba la madre de Seokmin.

—Mamá, por favor— Joshua rogó entrando en la habitación de sus hijos sujetando dos biberones.

—Solo decía, hijo. No tiene nada de malo que diga que mis nietos serán así de guapos como tú— se excusó dejando a Heemin en la cuna de madera.

—Ni se te ocurra hablar, mamá— esta vez Seokmin se metió en la conversación que más bien era una pequeña discusión, poniéndole un alto—. Se parezca a quien se parezca, amamos por igual a nuestros hijos.

—Así es, no nos importan las apariencias— asintió estando de acuerdo con lo que su esposo dijo.

—Mamá Hong, papá Hong le busca en la planta baja— Seokmin dirigió sus palabras a su suegra—. Y tú— apuntó a su madre—. Deberías ayudar a tu esposo con el almuerzo, pides mucho y no aportas nada, mamá.

—Es increíble que mi propio hijo me diga que hacer— la señora Lee se levantó de la silla mecedora agarrando su bolso y salió seguido de la señora Hong, ambas conversando en el camino sobre las ofertas en los outlets.

—No las entiendo, en serio— aceptó el biberón que Joshua le extendió—. Son raras.

—Pero son únicas y así las amamos. Solo esperemos unos segundos para que se despierten— miró las manecillas de su reloj cerciorandose de que pase dicho tiempo.

Y como si los bebés estuviesen programados por Joshua, sus llantos se dejaron oír por toda la habitación anunciando que habían despertado por el hambre.

—Tengo que aprender a hacer eso— pronunció Seokmin, tomando en brazos a Heeseok para alimentarlo.

—¿Eso que?— cuestionó colocando el biberón en la boca de su hija, mientras la mecía.

—Eso, ya sabes, aprender a saber el tiempo exacto cuando despertarán o algo por el estilo— imitó las acciones de su esposo—. Mereces el premio al mejor padre del mundo que sabe el momento exacto en el que sus hijos despiertan porque tienen hambre.

—Es un título muy largo para un premio pero igual si existiera y ganara lo aceptaría gustoso.

Los pequeños bebés recibieron la atención total de Joshua desde su nacimiento. Cada vez que pasaban los días, se acostumbraba más a sus hijos llegando a un punto en el que ya los conocía perfectamente.

Seokmin le ayudaba igual, dos bebés eran mucho trabajo para uno sin embargo no tenía tanto apego hacia las criaturas como Joshua. Aun así los amaba a los dos y seguía esforzándose para dar todo por sus hijos.

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