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Cada fin de mes, la familia Hong se dirigía al supermercado para hacer la despensa correspondiente.

Cuando los mellizos Hong eran apenas unos bebés, los padres de estos habían desarrollado una técnica que les resultaba fácil en ese entonces. Joshua se dirigía a la sección de bebés y escogía todo lo relacionado con sus hijos mientras que Seokmin se encargaba de todo lo doméstico.

Ahora que los pequeños tenían sus más de 6 años de edad, tanto Heemin como Heeseok ayudaban a sus padres en las compras del hogar.

—Aquí están las moras— la pequeña de cabellos castaños claros como la miel depósito, con ayuda de su padre, en el carrito de compras rojo de plástico un paquete con dicha fruta—. ¿Qué más, papi?

Ansiosa por el siguiente producto, esperaba a que su padre Joshua le dijera—. Humm, leche.

—¡Leche!— corrió en busca del producto mencionado.

—Aquí están las manzanas papi, ¿qué falta?— Heeseok le tendió un paquete de la fruta a su padre—. Rápido pa, necesito ganarle a Min.

Joshua rió divertido—. Llevas más productos que ella, tranquilo Hee.

Ese día, Seokmin no pudo acompañar a su esposo e hijos al supermercado por tener que estar en la corte. Con dos manos menos, Joshua les dijo a sus hijos que tenían que ayudarlo y lo que inició como un Heemin tráeme pan y Heeseok consigue lechuga terminó en una competencia entre los menores para ver quién obtenía más productos de la lista que Seokmin le dio a Joshua.

—Mejor ayuda a tu hermana a traer las leches— sugirió al menor que no pareció conforme con las palabras de su padre.

—Eso sería ayudar a la competencia— se cruzó de brazos—. Dime que falta, papi.

—Bien, consigue pepinillos— Heeseok corrió hacía el área de verduras. En el camino vio a su hermana que caminaba con dificultad por los envases de leche y le sacó la lengua.

—Papi, Heeseok me sacó la lengua— acusó siendo ayudada por su padre.

Ese gesto era algo que Joshua quería evitar. Heemin se tomaba la pequeña competencia como un simple juego teniendo en cuenta que el propósito principal es ayudar a su padre. Y Heeseok había sacado ese mismo lado competitivo que Seokmin tenía. Quería ganar cueste lo que cueste.

—Perdonalo, nena— acarició la cabellera larga y lacia de su hija—. Ya sabes cómo es.

La pequeña asintió comprensiva—. ¿Qué falta, papi?

—Ya nada linda, solo vayamos por tu hermano— agarró la mano de su hija y con la otra empujó el carrito que contenía su compra.

Sin embargo, Heeseok llegó a pasos rápidos hacía su padre y hermana—. Aquí la basura— dejó dentro una bolsa con lo anteriormente pedido.

—No es basura, Hee— le dio una mirada de advertencia a su hijo—. Y esa basura siempre te la comes.

—¿Qué falta, pa?— ignoró lo dicho por su padre, esperando impaciente.

—Ya nada, hemos acabado, solo falta pagar por todo esto.

—¿Quién ganó?— cuestionó Heeseok mientras saltaba alrededor de su padre y hermana.

—Los dos ganaron, mis bebés— le sonrió a ambos pequeños. Heemin le devolvió el gesto a su padre y Heeseok, se enojó.

—Pa, ya no soy un bebé y dijiste que yo había buscado más productos que Min-ah— frunció el ceño expresando su enojo.

—Bien, tu ganaste Heeseok— dijo, poniendo feliz a su hijo—. Al igual que tu hermana y como ambos ganaron tienen derecho a un premio, que no sean caramelos.

Le costaba poco, mucho, trabajo convencer a Heeseok. Pero al parecer lo logró, cuando lo vio correr hacía la sección de juguetes.

—Linda, ¿no irás con tu hermano?— bajó la mirada hacía su pequeña.

Heemin negó—. Aquí estoy bien contigo, papi.

—¿No quieres algún juguete como Heeseok? O, ¿algún libro?— conociendo a su hija en cuestión de gustos, dio más opciones.

Heemin pensó bien, hasta que tuvo su respuesta lista—. Quiero un hermanito.

Aquellas palabras dejaron sorprendido a Joshua. Y el pasar por el pasillo de bebés lo dejó anhelado.

Si su princesa se lo pedía, tenía que dárselo.

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