Capítulo 8

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—¿Consiguieron refugiarse de la tormenta? —preguntó el guarda forestal mientras se tocaba el sombrero.

—Estamos aquí —confirmó Earl.

—Eso es cierto —contestó el guarda.

Harry se dio cuenta de que Louis no estaba prestando demasiada atención mientras rebuscaba en su mochila, parecía contento de dejar que Earl controlara la conversación. A Harry le parecía raro que no quisiera ser él quien controlara la situación, como hacía siempre, pero puede que estuviera dejando a Earl al mando por ser este mayor y más sabio.

Sea cual fuera la razón, Harry no creía haber visto nunca a un Louis tan relajado. Era una actitud atractiva en él, y Harry se encontró deseando que Louis permaneciera así una vez volvieran a casa. Su camiseta esta mañana era negra con la frase: «¡Solo TÚ puedes prevenir incendios forestales!» y debajo de eso, en letra más pequeña: «Y me alegro porque yo estoy muy ocupado».

Harry se sentó sonriendo a su compañero mientras pensaba en lo bien que le venía esa frase.

-—Encontramos huellas de Quad arriba —decía Earl, y el guarda puso mala cara.

—¿Recientes? —preguntó el hombre.

Earl meneó la cabeza.

—No, de antes de las tormentas de hace unas dos semanas, creo.

El guarda asintió lentamente.

—Hemos tenido otros reportes los últimos meses.

—Y el coche —añadió Harry.

—Con la inspección expirada —añadió Louis, deteniéndose al lado de Earl—. Al principio de la ruta. Lleva allí un tiempo.

Earl le señaló la localización específica, llegando a indicar al guarda las coordenadas GPS. Harry estaba sorprendido. No había visto que Earl llevara ningún tipo de localizador o brújula a pilas.

—Iremos a inspeccionarlo —dijo el guarda mientras sacaba un pequeño bloc de notas y empezaba a escribir en él.

Harry se inclinó hacia delante, con las manos en el banco.

—¿A qué distancia estamos del principio de la ruta?

—A unos veinticuatro quilómetros, más o menos —dijo el guarda.

—Lo que significa que probablemente hemos caminado unos ochenta —murmuró Deuce. Tenía las piernas extendidas delante de él imitando a Harry.

—Nos dirigimos al paso más próximo —le explicó Earl al guarda.

—Hemos recibido noticias de senderistas desaparecidos. Los encargados de la búsqueda no han encontrado ningún rastro, está todo demasiado mojado, y el frío no ayuda —dijo el hombre, intentando concienciarlos del peligro.

Earl asintió de nuevo.

—¿Senderistas desaparecidos? —preguntó Harry a Deuce.

—Sí, pasa a veces. Normalmente son críos escapándose y siendo estúpidos —dijo Deuce mordazmente—. Pero a veces un senderista de travesía tiene un accidente.

—Alguien como John —dijo Harry.

Deuce asintió.

—Pero normalmente son novatos. O senderistas de día. Gente como John tiene suficiente experiencia para conocer los peligros y sabe cómo evitarlos.

—Como serpientes —musitó Harry, mirando hacia donde el guarda, Earl y Louis aún estaban hablando.

—No te preocupes, Harry —dijo Deuce, dándole una palmada en el hombro—. Como dijo mi abuelo, hace demasiado frío para que haya serpientes.

Sticks and Stones (may break my bones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora