Capítulo 13

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Su plan había sido bueno, en teoría.

Earl y Deuce habían llenado varias bolsas y las habían subido a un par de Quads mientras Louis y Harry colocaban a los prisioneros en los otros dos. Atados como equipaje no iban a causar ningún problema, y Harry les había quitado la cinta aislante, creyendo que el ruido de los motores cubriría cualquier insulto que pudiera cabrear a Louis. El grupo repasó los mapas que Louis había encontrado en una de las bolsas, y después de que Earl dijera que tenía una idea general de donde se encontraban, con la ayuda de un viejo compás, habían partido poco después del alba con esperanza de alcanzar algún signo de civilización antes de que se hiciera de noche.

Pero al mediodía, se encontraron con un problema.

Harry estaba en pie a pocos metros de las salvajes aguas que las tormentas habían creado, cruzado de brazos, preguntándose de qué se sorprendía. No era como si algo hubiera ido bien en esa excursión.

Lo que debía haber sido un arroyo poco profundo al fondo del barranco era ahora un río desbocado lleno de escombros, incluyendo ramas rotas tan grandes como sus bíceps. Cuando una saltó hacia él, vio como emergía unos dos metros del agua. Los Quads no podrían vadearlo.

—Estoy empezando a odiar estas vacaciones —le murmuró Louis a Harry mientras veían cómo el agua pasaba.

Harry ahogó un quejido y se frotó los ojos.

—¿Qué tal si después de esto, acordamos no decir de nuevo la palabra "vacaciones"? No, mejor, acordamos jamás pensar en la palabra "vacaciones".

Louis le miró de reojo.

—Utilizaremos un código —acordó—. Lo llamaremos "tiempo libre". "Tiempo libre del infierno".

—El infierno sería más relajante que esto —musitó Harry mientras miraba furioso el agua—. Y podría broncearme.

—Bueno —dijo Earl con un largo suspiro mientras se les acercaba y miraba al agua—. Los Quads no van a cruzar eso. ¿Están todos dispuestos a cruzarlo a pie? —preguntó mientras les miraba. El ruido del agua torrencial le obligó a gritar.

—Sí, Señor —contestaron Louis y Deuce al mismo tiempo, con sus voces cansadas y derrotadas.

Harry se encogió de hombros, sintiendo su dolor. No había otra opción.

—¿Qué hacemos con ellos? —preguntó Deuce mientras se giraba y señalaba a los prisioneros.

—Lanzarlos al agua, a ver lo profunda que es —sugirió Louis sin desviar la mirada del río.

—¿En serio crees que vamos a ser capaces de vadear eso? —preguntó Orejeras, con la voz estrangulada.

—Espero que sepan nadar —les contestó Harry.

—No podemos desatarlos y dejarlos cruzar —dijo Louis distraído—. Nos arriesgamos a que se escapen. Yo digo que los dejemos.

—No podemos dejarlos sueltos para que vuelvan a lo que estaban haciendo —dijo Harry.

—Ninguno de ustedes está cuerdo —musitó Deuce mientras se volvía para observar de nuevo el agua. Él y Louis estaban de pie, hombro con hombro, discutiendo en voz baja.

Harry se giró, dándoles un poco la espalda.

—Vamos a tener que llevarlos uno a uno con nosotros para cruzar —le dijo a Earl.

Earl asintió sombríamente.

—No podemos dejarlos —le dijo a Harry en voz baja—. Pero si no fuera así, apoyaría a Louis —le confesó—. Dejaría que se pudrieran.

Sticks and Stones (may break my bones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora