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𓂃 ࣪˖ ִֶָ𐀔 𝗬𝗔𝗡𝗚 𝗝𝗨𝗡𝗚𝗪𝗢𝗡 :: one shot. "¿Oficial Yang?"
Duración: +1600 palabras
READER NAME| Yang Dallia
Non! Idol AU
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Los ojos de aquél oficial los conocías perfectamente...
Tocó un par de veces la ventanilla del carro; fue fácil notar su sonrisa detrás del cristal. Aquellos hoyuelos que siempre se asomaban por sus mejillas explotaron cuando rodaste tus ojos y, luego de bajar la ventanilla del todo, lo observaste de manera frustrada por su actitud tan juguetona.
—No puedo creer que me esté deteniendo la policía... —miraste a los ojos del oficial, el que rió y se apoyó cómodamente en la ventana apreciando el interior del carro.
—¿Tiene sus papeles? —cuestionó elevando una ceja.
Tú sonreíste: siempre que cruzabas esa calle, en ese horario, era la misma historia con el oficial Yang Jungwon. Se lo podría llamar "Policía frustrado", ya que de chico lo único que deseaba era poder atrapar malos y hacer justicia, pero esos días, los únicos «malos» que atrapaba eran aquellos con documentos vencidos o placas ausentes. Aún así, no es que se quejara mucho, menos sabiendo que, gracias a ese laburo, él puede verte diario aunque sea por un rato.
Una sonrisa se formó en tus labios, y mirando al joven, respondiste con gracia. —Los olvidé en casa, lo lamento, señor. —te burlaste a sus ojos.
Él suspiró fingiendo decepción, aunque sus comisuras elevadas dibujaban una expresión de gracia en su rostro. Negó con su cabeza varias veces antes de mirar hacia tus ojos directamente. —¿En serio no tiene sus papeles?
—Claro que no, aquí están. —llevando tu mano hacia la guantera, la abriste y de allí sacaste unos cuantos papeles que él ni necesitó ver para saber que todo estaba en orden.
El oficial Yang sonrió y se acomodó nuevamente en la ventanilla del carro, creando una cercanía entre ambos un tanto peligrosa. —Perfecto, pensé que tendría que ir a buscarlos a mi propia casa. —bromeó, llevando su mirada coqueta hacia ti sin pudor alguno.
—Ja-ja... —tu falsa risa generó una genuina del policía—. ¿Qué quieres? ¿Por qué me detienes si sabes que tengo todo bien y al día? —preguntaste por quinta vez en la semana, aquél mediodía de viernes...
—Es mi deber, señora Yang. —él sonrió, sabiendo que con eso te dio justo en el pecho.
