-Chams Chams... -La voz de Riki sonó una vez, otra vez-. Bubu...
Un profundo suspiro salió de tus labios cuando, de nueva manera, tu novio quiso llamar tu atención.
Llevaba ya una hora así. Una hora entera queriendo tener tu atención de cualquier manera, con cualquier método, de cualquier modo.
Su cuerpo recostado en la cama a la que le dabas la espalda solo podía retorcerse cada vez que denegabas una muestra de atención hacia él. Dejándote entre la culpa y el sentimiento de responsabilidad, entre la espada y la pared.
-Riki... Por favor, ya te dije que no puedo -dijiste de manera firme, pero aún así con algo de pena por tu pobre novio necesitado de atención-. Lo lamento. Es un exámen de admisión para una universidad, no el examen de literatura de la señorita Kim.
Riki suspiró. Sus pomposos labios se unieron en un puchero tierno pero de tristeza.
-Lo sé~, pero nunca puedo estar contigo. -dijo arrastrando las palabras, dejándose caer lentamente al suelo como muestra de tortura.
Una suave risa se escapó de tus labios cuando volteaste y el cuerpo de Riki se retorcía como pobre insecto sobre el frío suelo de tu habitación.
-No es por mí... -susurraste llevando nuevamente tu vista a tus apuntes, dejando al japonés solo y con el ceño fruncido cuando claramente captó la indirecta.
Su vida de Idol era pesada, y claro, la mayor responsable de que la pareja de jóvenes no lograra compartir el tiempo que ambos deseaban. Eso Riki lo sabía a la perfección...
-También lo sé... -bufó-. Vamos, vine para que estemos juntos. -dijo.
-Estoy ocupada...
Luego de unos segundos de silencio, Riki llegó a tu lado. Su altura, sumado a que estabas sentada, te obligaron a mirar hacia arriba para dedicarle tu mejor expresión de duda y de «¿Qué haces?». Cosa que él atrapó al instante. Su mano, juguetona, hizo un ademán en el aire en señal de «Vete», y eso te confundió mucho más
Riki insistió luego de ver qué no hacías nada. -Levántate. -dijo, pero aún no comptrndías-. Vamos, hazlo. -continuó.
Con un suspiro saliendo furiosamente de tus labios llevaste tu mirada hacia tus apuntes lilas y celeste pastel. Negaste con la cabeza, contando hasta un número infinito para no perder la paciencia y, finalmente, hiciste caso.
Apoyaste tus dos manos sobre el escritorio y te levantaste de la silla sin poder acotar nada, saliendo hacia el lado contrario a él.
Ahora, ambos a cada lado del la silla de escritorio, pudiste ver su divertida sonrisa cuando Riki pasó a tomar asiento y, luego, palmó sus muslos divertido.
Una suave sonrisita cansada se cruzó por tus labios cuando comprendiste sus acciones. Si bien era insistente, él solo quería un poco de la atención que nunca podía tener gracias a su trabajo, y el hecho de que con tan solo estar cerca mientras estudiabas le fuera suficiente, destruyó tu corazón.
Así que sí, accediste a acomodarte sobre él, pero primero dejaste un suave beso sobre su cabeza mientras que con una mano acariciabas su oreja derecha de manera cariñosa.
Riki sonrió, tan tierno, sin poder disimularlo como a veces hacía ante cámara. Tan dulce, tan lleno de emoción...
-¿Puedes así? -preguntó con una sonrisa, mientras apoyaba su mentón en tu hombro derecho una vez ya estaban listos...
Tú asentiste con una risa escapando de tus labios.
-Sí, puedo... -dijiste, haciéndolo sonteír con orgullo.
