Relato 1:
Tu frialdad me cortó las alas, no fue intencionada, pero ya no puedo volar libre. Siento si yo tampoco puedo poner algo de calidez en tu alma, pero creo que esta relación hace tiempo que está condenada a morir. Tú te volviste alguien cuyos sentimientos parecían caídos en combate. Intenté recuperarlos y devolverlos a la vida, pero con tantos intentos dejé alguno de los míos por el camino.
Relato 2:
Llegué a tu vida gris y sentí que tenía que llenarla de color. Quería endulzarla hasta borrar esos rastros tan profundos de amargor. Tú en cambio pintabas nubes llenas de oscuridad en cada arcoíris que intentaba dibujar en tu piel. Lanzabas vasos de mar donde yo guardaba algodones de azúcar exclusivamente para ti. Renuncié al trabajo más difícil de una vida: rescatar a un alma de un mundo gris del que no quiere salir. No era mi misión condenarme al fuego eterno, aunque habría cruzado ese puente de llamas si sólo una vez me hubieras pedido sacarte de allí. Ahora me he convertido en la villana de tu historia por irme, aunque al final te hayas quedado tú con toda la gama de colores que imaginé para ti.