Relato 1:
Años recopilando la banda sonora de nuestra relación, que hoy se apaga para siempre. Canciones que cantábamos a todas horas, y que hoy dejaron de sonar en nuestra vida. Una playlist que construimos en nuestros momentos más felices y frágiles, letras que son silenciadas para poder sobrevivir a este final tan injusto y cruel.
Relato 2:
Estudié cada parte de ti. Me gradué en saber quererte como te gusta y apoyarte cuando lo necesitabas. Obtuve un máster en tus pasiones y tus prioridades. El trabajo de años que ahora guardo en una biblioteca polvorienta situada entre mi cabeza y corazón. Una información que fue vital durante años y que ahora espera lentamente su final mientras se va difuminando entre otros recuerdos en los que ya nunca estarás.
Relato 3:
Mi corazón buscaba desesperado la herida, pero no había asesino. Mi cabeza rastreaba al envenenador de recuerdos, pero no se encontró alteración en ellos, todos seguían protegidos e intactos. No había culpable. Fuimos testigos de un crimen sin sangre que acabó con nuestra relación. Un falso homicidio que nos robó la oportunidad de acusarnos entre nosotros por lo sucedido. Un cadáver sin señales mortales. Tendríamos que vivir sabiendo que nuestro amor no fue asesinado, sino que decidió morir por sí mismo.