𝟷𝟾

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Las festividades estaban cerca, habían pasado meses desde el cumpleaños de Karina y ya solo faltaban un par de días para Navidad. Ya se sentía aquel alegre y pintoresco ambiente por todo el lugar, ambiente que ya había contagiado a ambas al punto de que Lisa cedió a comprar un par de cuernos de venado y una nariz roja para disfrazar su auto quien ahora recorría las calles de la ciudad como si fuera uno de los renos de Santa.

Lisa y Karina también habían comprado un árbol de Navidad hace varios días después de visitar a Jennie y lo decoraron juntas con ayuda de Kuma el perro que Chitthip le había dado a su nieta por su cumpleaños y que ahora por fin tenía un nombre. También compraron un pequeño árbol de Navidad sintético que iba perfecto para la habitación de hospital de Jennie, la niña solo tuvo que hacer un pequeño puchero y mover sus pestañas para que las enfermeras le permitieran colocar el artículo sin una autorización.

...

Ahora ambas se encontraban entrando a la oficina de la doctora, al fin Karina no tendría que usar más su yeso y estaba más que feliz de que se lo quitaran, bañarse y hacer todo lo habitual que se había vuelto muy complicado.

—Buenas tardes Karina ¿Emocionada porque al fin te sacaré el yeso?— preguntó la doctora apenas la vio entrar a su consultorio.

—Sí— gritó feliz corriendo a sentarse frente a la doctora — al fin podré bañarme bien.

—Pues sólo déjame ir por un par de cosas que voy a necesitar y vuelvo— dijo sonriente la mujer poniéndose de pie— Señora Manoban por favor tome asiento— le dijo educada.

La chica hizo caso a lo dicho, mirando a la doctora que era imposible negar que era hermosa, pero la doctora estaba casada con una rubia también muy hermosa y Lisa amaba con locura a su pequeña Jennie. Lisa tomó asiento junto a Karina quien lo podía ocultar lo feliz que estaba en aquel momento, la doctora llegó un momento después con una pequeña sierra de mano de forma circular en la punta, los ojos de ambas se abrieron en par al ver la máquina.

—¿Eso es seguro?— preguntó la chica preocupada.

—Casi al cien por ciento, solo Karina no puede hacer ningún movimiento mientras esté llevando a cabo el corte— la pequeña asintió con la cabeza entendiendo lo que debía hacer.

—Bueno entonces comencemos— La doctora enchufó su máquina a la corriente y arrastró su silla junto a Karina para luego tomar el yeso en una de sus manos y encender la máquina con la otra.

—Espere— la paro Lisa— ¿no va a pasar nada malo, cierto?

—En lo absoluto— dijo riendo— ahora voy a comenzar— dijo encendiendo la máquina nuevamente y acercándola al duro material.

—Espere— volvió a pararla Lisa preocupada— ¿No hay otra manera de removerlo?

—Pues podría dejarlo remojar en agua durante un largo periodo hasta que este se vuelva aguado y luego podemos jalarlo sin embargo siempre aquello termina en un desastre.

—Me gusta esa idea— dijo algo nerviosa— prefiero el agua.

—Pues si eso es lo que quiere...

—Sí— se apresuró a responder— es lo que quiero.

—No te preocupes Lisa prometo no hacerle daño a Karina.

-Pero...

—Mamá— la interrumpió, haciendo que el corazón de la chica saltara dentro de su pecho — todo va a estar bien— quiso tranquilizarla— deja que me quite el yeso así podemos ir a ver a Kuma donde la abuela Chitthip.

No me rendiré || Jenlisa •adaptación•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora