𝟸𝟽

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— Karina enjuágate bien los dientes— le dijo el hombre— o te saldrán caries.

—Está bien abuelo, la próxima vez no olvidaré mi cepillo de dientes.

—No sé por cual regañarte— dijo girando los ojos— porque me sigues llamando abuelo o porque crees que tendrás que salir sola de casa otra vez.

—Debería estar feliz de tener una nieta.

—Mejor vamos— cambió de tema Hyunbin— el edificio de tu madre está muy lejos de aquí y nos llevará varias horas llegar.

—¿No tienes auto abuelo?

—Un hombre como yo no tiene auto— río— pero tampoco dejaré que camines tanto así que te llevaré en el carrito de compras que usó para recolectar latas y botellas.

—¿Te robaste un carrito del supermercado?— preguntó sorprendida.

—Claro que no— se defendió comenzando a caminar hasta unos arbustos— lo tome de la basura, solo tuve que reparar una de las ruedas— Hyunbin se metió detrás de los arbustos y sacó una de sus pocas posesiones— solo déjame ponerle un cartón dentro para que estés cómoda.

—Gracias abuelo— la niña abrazó al hombre dándole las gracias, Hyunbin sonrió ante la acción hace tanto que no se sentía especial.

—Vamos que se hace tarde.

El hombre colocó el cartón en el fondo del carrito y sentó a Karina junto a Kuma, su maleta y su oso para comenzar su camino.

—Ya que vamos a ir lejos voy a recolectar botellas en el camino ¿Está bien?— quiso saber si la pequeña no tenía problema con ello— las colocare aquí en esta bolsa— señaló uno de los costados del carrito.

—¿Puedo ayudar?— preguntó.

—No tú eres una niña y vas a ir ahí sentada.

—Yo quiero ayudar.

—Si ves botellas me tienes que avisar ¿Trato?

—Bien— suspiro.

Llevaban alrededor de dos horas y media caminando y ya tenían una bolsa grande llena de latas y botellas de plástico.

—Ahí abuelo ahí— gritó señalando a un joven que terminaba su jugo junto a ellos.

—Pero aún no la tira— le explico.

—Pero ya está vacía.

—Pero no puedo quitársela aún— dijo— y deja de llamarme abuelo.

—Señor— comenzó a gritar Karina — Señor— el joven se volteó a la pequeña y le sonrió.

—Dime pequeña.

—¿Puede darme su botella?— preguntó pestañeando repetidamente.

—Claro que si— se la tendió— aquí tienes y...— el joven revisó su maleta sacando una bolsa de Doritos— esto es para ti.

—Muchas gracias— agradeció feliz por lo que había conseguido— tenga un buen día Señor— el chico río.

—Tú también— dijo antes de irse.

—Viste abuelo que era fácil y además tenemos un snack— le mostró la bolsa roja llena de Doritos.

—Bien tú ganas— volteo los ojos— pero no más pedirle cosas a las personas sin conocerlas ¿Está bien?

No me rendiré || Jenlisa •adaptación•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora