Cap. 2.

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Esa noche Gema no esperaba el mensaje de Christopher, así que cuando lo vio al día siguiente se sorprendió.

Mañana a las 18:30 nos vemos en el restaurante frances ****.

Ella le contestó confirmando su asistencia.

-Amor, saldré esta noche.

-Con quién?

-Con un conocido del trabajo, el antiguo.

-Ah. ¿Y se puede saber quién es?

-Christopher Morgan, el ministro.

-Oh. Claro.

Gema se preparó para salir esa noche.

Se alzó el cabello en un rodete y llevó puesto un traje.

Agarró las llaves de se coche y salió de su casa.

Condujo hasta el lugar indicado.

Bajó del coche e ingresó al restaurante.

-Reservación a nombre de Christopher Morgan.

-Claro. El señor Morgan la está esperando.

A ella le guió un mozo hasta el lugar correspondiente.

-Gracias.

-De nada. Que disfrute la velada.

Ingresó a la habitación y vio a Christopher sentado en el sofá.

-Señor Morgan.

-Señora Lancaster.

Ellos se estrecharon la mano.

-Siéntese.

Él se sentó y palmeó el lugar a su lado.

Ella se sacó su saco y se sentó con elegancia.

Él miró los ojos marrones de la mujer.

Aún poseían el brillo de hace 20 años.

-Te fue bien.

-Igual que a ti.

Él negó con la cabeza.

-Pasaron demasiadas cosas. Ya no tengo la paz y tranquilidad de antes.

-Ya no lo tienes desde que tu madre se separó de Alex.

-Lo crees?

-Siempre carcomiéndote la cabeza de si ella va a volver. Luego te fuiste y volviste con un millón de enemigos detrás tuyo. Tus propios demonios no te han abandonado hasta ahora.

-Los únicos que no me han abondonado desde mi adolescencia.

-La gente envejece y muere no van a estar para siempre.

-Creo que se fueron demasiado rápido. No tuve tiempo de asimilar nada, un problema tras otro y mi compañera no podía quedarse quieta incluso embarazada. Hice lo que tenía que hacer por nuestro bien y nunca estuvo agradecida.

-A veces no somos felices con nuestro bien. A mi segundo hijo no lo podía amamantar por mi bien y su bien. Odié ese momento.

-Entregué a su hermana a la mafia Rusa y me odió desde el momento en que se enteró. Intentó ir tras ella sin importarle los hijos míos que tenía en su vientre, y fue por ellos que entregué a su tía.

Gema lo escuchó desahogarse.

-No te arrepientes, lo sé. No debes hacerlo si lo hiciste por el bien de tus hijos.

-Rachel aún me guarda rencor pero su hermana me ha perdonado. Ella ya no es la mujer de antes.

-Con lo que sucedió no creo que sea la misma Rachel con la cual te acostaste cuando estabas casado.

Sin título. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora