Cap.5.

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Llegó tarde a su apartamento. Observó la puerta de su vecina y luego ingresó a su casa.

Se metió a bañar y se relajó completamente.

Cuando volvio a la sala vió en su mesita unos lentes de sol. Se acercó y vió que eran de marcas.

Charlotte.

Su nombre estaba escrito en el.

Se puso una remera y fue a golpear la puerta de su vecina.

-Buenas noches, señor Morgan.

-Buenas noches, señorita Anderson.

-Qué lo trae por aquí?

Christopher le mostró los lentes.

-Ya decía yo que me faltaba algo.

Christopher se los dió y ella agarró.

-Quieres pasar? Tengo pizza si quieres.

-Claro.

Ella lo dejó ingresar y se encaminó a su sala.

-Estaba viendo una película. Espero sea de su agrado.

A Christopher se le atascó la respiración.

Hoy en día ya no había tela o qué?

Ella tenía puesto un short rosa que dejaba ver parte de su redondo trasero. Una remera pequeña que casi no cubría nada, se marcaban sus pezones y se veían sus aréolas. La remera blanca era casi transparente.

-Ven, siéntate.

Ella palmeó el asiento del sofá.

Christopher se sentó y ella tiró la manta encima de las piernas de ambos.

-Qué estás viendo?

-Los vengadores.

Ella le pasó un plato con pizza.

-Disfrutalo.

Christopher se cruzó de piernas intentando disimular su erección.

Excitarse por alguien que no sea Rachel no le pasaba desde hace 20 años.

No puede creer que una señorita de 18 le cause una erección.

Se concetró en la película y su problemita bajó. Se relajó y disfrutó de la pizza.

...

Su reloj biológico lo despertó y miró a su alrededor. Esta no era su casa y había un peso demás encima suyo.

Bajó la mirada y vió a la bella y dulce señorita acostada encima suyo.

Él la rodeaba con los brazos mientras una manta rosa los tapaba.

Recuerda que ella le ofreció acostarse en el sofá y luego se acostó encima porque dijo que tenía frío.

Sus palmas se sentían calientes al sentir la suave la piel de su espalda.

Sentía los pechos de ella presionados contra su propio pecho.

De dónde sacó tremendos genes?

Ella tenía todo lo que Gema no.

Los pechos y trasero, grandes y redondos.

La suavidad era como estar en las nubes.

Fue inevitable acariciar la espalda resistiendose a bajar las manos y apretarle el trasero.

Él se movió lentamente y la dejó en el sofá bien tapada. Salió del apartamento y volvió al suyo.

Se metió a bañar con agua fría intentando bajar su tremenda erección.

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