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✎ Los padres de Reigen se aparecen un día en la oficina sin avisarle de antemano.
Cuando él los ve, se congela, no sabe qué decir. Serizawa, Tome y Hoyuelo están pasmados, sí se parecen a su jefe. La mamá de Arataka le da un abrazo, él apenas y le corresponde, pero su papá no lo mira y le da un vistazo al lugar.
Reigen los conduce a los sillones en donde atiende a sus clientes, él se sienta al frente suyo. Quiere presentar a sus subordinados, pero no dice ni media palabra cuando su padre por fin lo determina y... Solo habla despectivamente del rubio, de su trabajo denigrante, de su bajeza como humano, entre otras cosas que hacen que el de corbata rosa baje la cabeza, sin poder llevarle la contraria.
Por último, el señor le dice a su hijo que está muy decepcionado... Y que su hermana mayor se siente de esa manera igualmente.
Su padre lo observa una vez más.
──Tanto potencial desperdiciado, ojalá recapacites, hijo. ──Se va lentamente a la puerta. Su mamá le da otro abrazo, y le susurra en el oído que le buscará más ofertas laborales.
──Cuídate, Arataka. ──Cuando la pareja se retira el silencio es incómodo, tan pesado, ni siquiera Tome, que suele romper el hielo en momentos así tiene una idea de qué comentar.
──Oigan. ──Comienza el superior.──, Pueden irse, necesito pensar.
──¿Seguro, señor Reigen? Si necesita que...
──Seguro, Serizawa.
──Podemos hablar si lo desea, jefe. ──Replicó Kurata. Se sentía fatal de que el rubio que la había ayudado en varias ocasiones haya recibido un trato así.
──Por el momento no, Tome, gracias igual. Les avisaré cuándo me sienta mejor, pero necesito unos días para reflexionar. ──No los miró en ningún momento, odiaba expresar sus emociones tan abiertamente. Era como repetir sus momentos más bajos, no iba a permitir que nadie lo viera así.
──¿Días?
──Pueden ser dos o tres, hagan lo que quieran... Pero les pido que me dejen solo, por favor. ──Los otros tenían el mismo pensamiento, sin embargo, no podían hacer mucho.
Le advierte a los presentes, hasta a Hoyuelo que no le digan nada a Mob al estar en temporada de exámenes.
Todos aceptan muy a su pesar que Reigen necesita su espacio. El rubio va a su apartamento y lo primero que hace es buscar un cigarrillo, lo enciende y empieza a fumar. Tirita un poco y cuando se da cuenta está llorando. Desconoce cuánto estuvo así, lamentándose, sintiéndose de la manera más repugnante posible.
Su familia lo hacía retractarse de tantas cosas, quizá si hubiera seguido en su anterior trabajo de mierda le hablarían con más frecuencia.
