FRANCO XV

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Ataron sus manos y empezaron a darle látigazos sin parar.
- cuéntalos - ordenó uno de ellos mientras lo golpeaba.
- 50 latigazos cada uno - dijo otro - fuerte y claro sino volmemos a cero.
- vei... veinte - dijo Franco casi sin voz - ya no podía más y esto recién empezaba.
- volvemos a cero - dijo este al escucharlo titubear y así pasó, una de sus primeras torturas de ciento cincuenta látigazos; ni él sabe como resistió, al finalizar uno tras otro lo penetraba, con total libertad y alegría absoluta.
Atado de manos lo introdujeron de cabeza en un tanque con agua salada, sus piernas estaban suspendidas hacia arriba, cuando empezaba a ahogarse lo sacaban, luego volvían a penetrarlo salvajemente; esa era su diversión, torturarlo y penetrarlo una y otra vez.
Tras varias horas de incontables penetraciones y dolorosas torturas como ahogamiento, quemaduras, mordeduras, cortes en la piel, golpes, nalgadas, duchas heladas, más látigazos, llegó la última tortura, Franco estaba prácticamente inconsciente; lo acostaron sobre una madera, atado de pies y manos, con los ojos vendados, escuchando las risas escandalosas de sus tres agresores, el sonido de la radio subió si volumen inundando la habitación, le taparon el rostro y empezó a recibir descargas eléctricas en todo su cuerpo, gritaba de dolor mientras ellos reían y disfrutaban de su sufrimiento y como su eso no bastara, lo empalaron, causando que él perdiera por completo el conocimiento, no lograban hacerlo reaccionar.
Decidieron llevarlo a la enfermería, obviamente el médico no podía decir ni una palabra de lo sucedido pero lo que si les dijo es que lo más probable era que recluso no pasara de esa noche.

Regresaré, RegresarásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora