Capítulo 3

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Seungkwan vio a Minghao a través de la mesa, y tuvo que detenerse a sí mismo de sonreír como un idiota. Era difícil, sin embargo, porque Seungkwan por fin tenía lo que había deseado por tanto tiempo —un ratito a solas con su Asesino favorito. Por supuesto, se había necesitado una cantidad récord de presión, pero el esfuerzo había valido la pena. Ahora, todo lo que Seungkwan tenía que hacer era asegurarse de dejar una buena impresión para que con suerte, pudiera tener aún más tiempo.

Minghao no se veía ni de cerca igual de emocionado, sin embargo.

Continuaba con el ceño fruncido mientras lanzaba miradas alrededor de la sala, casi como si todos los presentes no estuvieran haciendo otra cosa más que molestarlo. Aunque no era una señal positiva de que Minghao se estuviera divirtiendo, al menos no había dirigido ninguna de esas miradas fulminantes en dirección de Seungkwan.

Por otra parte, Seungkwan no recordaba que Minghao hubiera hablado mal de él en algún momento. Aunque el Petauro del Azúcar siempre se comportaba indiferente, no parecía odiarlo, así que quizás, Seungkwan tenía una pequeña oportunidad después de todo. Por lo menos podría anotarse un rapidito.

Seungkwan no se hacía ilusión de que fuera a ser algo más que eso, tampoco. Minghao no era del tipo que se asentaba con alguien, especialmente con el jodido de la Hermandad. Tanto como dolía admitirlo, Seungkwan sabía que él era exactamente eso.

—Al menos se ve bien —Seungkwan dijo mientras examinaba la comida—. Tal vez haya alguna esperanza de que este cocinero funcione. Espero que así sea porque estoy harto de la comida para llevar. Solía estar bien cuando ese lindo cajero trabajaba en el sitio de las hamburguesas, pero desde que el tipo renunció, no ha sido ni la mitad de divertido tragarse esa cosa grasosa.

—El cajero era humano —Minghao frunció el ceño—. No sabía que salías con ellos, siquiera.

—No lo hago —Seungkwan se apresuró con su respuesta, antes de darse cuenta de que por sus palabras podía sonar como un intolerante.

Nervioso, agitó las manos—. Quiero decir... no hay nada malo con los humanos... es solo que sería difícil pasar mi vida con uno de ellos.

Aunque ahora saben sobre los cambiaformas, pienso que para ellos les sería difícil entender nuestras vidas. Es mucho más peligroso ser un cambiaforma con todos los enemigos que tenemos. No veo cómo un humano podría sobrevivir. Lo que quiero decir, es que yo ya fui testigo de eso antes y terminó muy mal.

—¿Has escuchado que un cambiaforma estuviera con un humano?

—Minghao preguntó.

—Conocí a una pareja de esclavos. Él era humano y ella un Tigre. Se enamoraron estando cautivos. Él murió antes de que pudieran escapar —Seungkwan bajó la mirada, abrumado por la emoción.

—¿Tú los conociste personalmente?

—Sip, ella fue como una madre para mí. Cuando fui vendido a mi amo, aún era un bebé. Ella fue la que me crió hasta que fui lo bastante mayor para empezar mi entrenamiento seriamente —Seungkwan suspiró mientras miraba sus manos, se estaba emocionando y no quería dejarlo saber—. Luchó tanto para mantenerme protegido. Durante años fue mi único apoyo, entonces el amo la vendió por interferir demasiado. No podía permitir que alguien se interpusiera en su camino de hacer al Asesino perfecto.

—¿Cuándo empezaste a convertirte en un sabeloto? —Minghao preguntó—. Sé que esa boca tuya tiene que haberte ganado unas cuantas palizas.

—Fue poco tiempo después de que la vendieron. Me amargué, y sin importar cuantos puñetazos me tiraran, nunca perdía. Fue casi como una insignia para mí. Quizás no tenía mi libertad, ni alguna familia, ninguna posesión, o siquiera un futuro, pero al menos tenía mi sentido del humor. Por mucho tiempo pensé, mientras me aferraba a ello, que podría retener algo de mi humanidad.

Serie de la HdA 04 - La Venganza de SeungkwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora